Capítulo 36: casamentera

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De esos días de llanto y dolor sempiterno

Mi alma lucha desesperadamente por escapar.


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La vista se le hacía borrosa. La terrible congestión nasal le había tapado ambos oídos también. La fiebre había regresado con escalofríos por todo el cuerpo, empeorando su malestar general, pero Donghae no estaba decaído, por supuesto que no. Por el contrario, Donghae se sentía más contento que nunca, tan alegre como no lo había estado en semanas. ¿La razón de su felicidad? Pues que Hyukjae lo había cuidado. ¡Así es! Hyukjae, SU Hyukjae, aquella persona que tenía el corazón de Donghae capturado en las manos, aquella persona que había demostrado tanto rechazo también, ¡esa misma persona! ¡Hyukjae! ¡Él había velado su sueño toda la noche! Y Donghae estaba que rebosaba de felicidad ante ello.

Como un ángel caído del cielo, Hyukjae había cuidado de su persona con sus manos aterciopeladas. Su voz le arrulló como una suave cascada cuando Donghae no podía dormir, mientras le acariciaba la frente con suavidad. Una sonrisa boba cruzó por sus labios al recordarlo...


—¡Yah, duérmete! ¿Qué más quieres que haga, eh? Ya te di la medicación. Pero si sigues con fiebre, mejor te aviento un poco de agua fría en la cara para que se te baje la temperatura. Pero después te duermes, que ya me tienes cansado.


Donghae aun no se lo creía, pero las pruebas estaban allí. Después de tanto golpe, insulto y aversión, Donghae descubrió que detrás de esa actitud hostil en Hyukjae, todavía quedaba una pizca de amor hacia él. Porque Hyukjae bien pudo haberlo dejado a su suerte con su gripe invalidante, pero no fue así. Hyukjae lo cuidó. ¡Lo cuidó! Después de todo lo que le había hecho Donghae, de todo lo que había pasado entre ellos, él lo cuidó y eso fue más que suficiente para renovar las esperanzas de Donghae. Hyukjae aún lo amaba, aunque sea un poquitito, un chiquitito bien pequeñito pedazo de su corazón lo amaba, y por ese pequeñito pedacito de corazón, Donghae iba a luchar. 

Con un suspiro anhelante, Donghae sonrió al pensar en ello. De pronto, los días ya no se veían tan grises como antes. Los errores del pasado aún estaban allí, pesando entre ellos, pero todavía tenía la oportunidad de demostrarle a Hyukjae lo arrepentido que estaba y de conseguir su perdón. Y cuando Hyukjae finalmente estuviera bien... Donghae iría por él, lucharía por la totalidad de su corazón, y le entregaría su vida a cambio, entonces serían uno los dos, siempre.

Donghae suspiró de nuevo al imaginar ese futuro maravilloso. Y todo gracias a la gripe. Donghae nunca había estado tan contento de enfermar.  

De pronto, el ruido de la puerta al abrirse se oyó. Donghae cerró los ojos y tosió débilmente haciendo un gesto de dolor. Quién sabe... Si le decía a Hyukjae que le dolía al toser, quizá éste le aplicaría pomada para aliviar la tos en el pecho. Eso era un poco aprovechado de su parte, pero Donghae no pudo evitarlo. Amaba a Hyukjae y siempre anhelaba su tacto. Además solo sería una vez.
Pero la voz que escuchó en aquel instante, rayó sus pensamientos y frustró sus planes por completo.


—¡Oh, no! Mi hijo está muy enfermo.

—¿Omma? —preguntó Donghae desconcertado.


Abrió los ojos rápidamente y enfocó su vista nublada hacia aquella voz familiar. En efecto, su madre estaba en su habitación, luciendo toda preocupada y con un bolso de viaje que a Donghae no le gustó nada.

La espera de Hyukjae [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora