Extra: de Donghae y Hyukjae en la joyería

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Regresar al trabajo luego de un período prolongado de descanso era un tanto extenuante. Hyukjae así lo presentía y en efecto así fue. Luego de estar en reposo durante semanas, el esfuerzo físico se sintió claramente. El ensayo fue agotador, lo sentía en sus músculos. Sin embargo, estaba muy feliz de retomar actividades grupales. Coincidía con Donghae cuando éste dijo que cantar ya no era su máxima prioridad, aun así, se sentía bien trabajar y sustentarse a sí mismo.

Luego del ensayo, tuvieron una sesión fotográfica. Hyukjae tuvo un momento difícil explicando porque no quería quitarse la bufanda. Al final ninguno de sus argumentos le sirvió porque Kyuhyun, un tanto casando del jaleo, se acercó por detrás y se la quitó antes de que pudiera reaccionar. Entonces el silencio sepulcral se cernió.

—Me picó una araña, una muy grande. Me rasqué y se puso así —explicó entre titubeos.

No fue su culpa ponerse tan nervioso. Cualquiera se hubiera puesto así si se tenía a todos los compañeros, estilistas y demás personas del staff alrededor suyo, boquiabiertos, mirando el chupetón que tenía en el cuello.

—Bien, yah, dispérsense. Tienen trabajo que hacer —dijo Leeteuk saliendo en su ayuda.

Mientras los demás se alejaban murmurando curiosos, Donghae quiso acercarse a Hyukjae.

Hyukjae no sabía qué esperar porque su novio tenía una sonrisa un tanto inquietante a la vez que se relamía los labios como si tuviera hambre.

—Déjalo en paz tan sólo un momento, araña —dijo el líder arrastrando a Donghae lejos.

Y bueno... Después de mucho maquillaje en su cuello y cambios de vestuario, transcurrió la sesión fotográfica de forma amena.

Al caer la noche, Donghae llevó a Hyukjae a cenar como lo había sugerido el día anterior. Tuvieron que elegir un restaurante discreto y una mesa alejada de la vista del público. El dueño pensó que se trataba de la cena de dos famosos que querían privacidad, pero en realidad fue su primera cita como pareja.

Terminaron de cenar tarde. Después, decidieron caminar un poco por las calles, aprovechando la escasa cantidad de transeúntes en aquella zona. Recorrieron vidrieras, muchas de ellas cerrando sus puertas debido a la hora. Entonces parece que una en particular llamó la atención de Donghae. Hyukjae fue jalado de la mano. Tuvo que correr a la par suya para no caer. Cuando finalmente Donghae dejó de arrastrarlo, Hyukjae se encontró dentro de un local lleno de joyas. En efecto, se encontraba en una joyería.

—Disculpen, señores. Nuestro horario comercial ha finalizado y debemos... —aquel empleado que los estaba echando con amabilidad, repentinamente abrió grandes sus ojos y comenzó a tartamudear mientras su mirada viajaba de Donghae a Hyukjae sucesivamente—. ¡Ay, por Dios! ¡Son ustedes! —chilló cubriendo su boca con una mano—. Pasen, pasen —les instó—. ¿Están buscando algo en particular? ¿Puedo ayudarles?

Entonces Donghae le sonrió a Hyukjae. Una sonrisa hermosa, divina. Le dio un apretón ligero a su mano antes de soltarle y se dirigió a uno de los mostradores.

—Quiero ver los anillos, por favor. Los de oro.

Y Hyukjae tosió, algo en su garganta se atascó ahí al escuchar lo que Donghae estaba buscando.

—Este es hermoso —dijo su novio estudiando un anillo en particular—. ¿Te gusta?

Había un brillo muy especial en los ojos de Donghae, una luz muy preciosa, una ilusión que a Hyukjae le hacía temblar y la sensación de mariposas agitándose en su estómago despertaba. Pero no era el momento adecuado, no lo era.

—Es hermoso —coincidió cuando se colocó a su lado, apreciando la pieza de oro. Entonces Donghae tomó una de sus manos, sosteniendo el anillo en la otra, y acercó éste a su dedo anular con intenciones de colocarlo ahí—. Donghae, por favor —le susurró, alarmado, quitando su mano y su mirada yendo de inmediato a aquel empleado que los observaba. Éste parecía que estaba muy cerca de gritar, aunque no de espanto.

—Los dejaré solos un momento para que no estén incómodos por mi presencia. Adelante, sigan, no sean tímidos. Pueden llamarme cuando hayan elegido el anillo que desean —les alentó el empleado antes de desaparecer tras la tienda.

Al instante, Donghae volvió su atención al anillo que sostenía.

—¿No te gusta? —preguntó con un aire leve de preocupación, entonces sonrió de nuevo, su mirada se trasladó a los demás anillos—. Tienes razón, hay otros más lindos que este. ¿Cuál te gusta? 

—No es eso, Donghae, el anillo es perfecto, pero...

—¿Pero qué? —preguntó Donghae y esta vez se veía más que preocupado.

Un lugar en su pecho se apretó. Hyukjae lo amaba y no quería ver nada de preocupación en Donghae, mucho menos ser él el causante. Aún así no podía aceptar el anillo.

—Estás buscando una alianza de matrimonio.

—Sí, te dije que quería casarme contigo, poner un anillo en tu dedo. ¿Acaso tú no quieres?

Tristeza, había tristeza en la mirada baja de Donghae. Hyukjae colocó un dedo bajo su barbilla y levantó su cabeza para encontrarse con sus ojos.

—Sí, sí quiero, Donghae —su otra mano le acarició la mejilla. Donghae se dejó hacer mientras la tristeza iba disipándose de su mirada—. Por supuesto que quiero, pero es muy pronto —le explicó. Donghae parpadeó pensativo —. Recién estamos comenzando. No quiero que nos casemos a las apuradas y que después esto no funcione. No hay que correr con prisa. Hay que ir paso a paso. Tenemos que conocernos más.

—Paso a paso. Conocernos más —repitió Donghae meditando en las palabras—. ¿Cuánto tiempo más tenemos que conocernos?

—No lo sé —Hyukjae se cruzó de brazos sin conocer la respuesta a ciencia cierta—. Supongo que un año como mínimo. Ahora sería muy pronto.

Donghae se mantuvo observándolo, un largo rato mientras Hyukjae se inquietaba más y más ante su falta de respuesta.

—Está bien —dijo su novio finalmente—. Tienes razón, Hyukjae

Y su sonrisa llegaba hasta sus ojos, radiante, preciosa. Hyukjae sonrió a su vez, sintiéndose en la misma sintonía.

—Pero si no es un anillo, quiero regalarte otra cosa. Algo como... ¡Ese brazalete!

Donghae escogió un brazalete de plata con piedras azules. Llamó al empleado y éste les hizo la factura con un aire de desilusión.

—Quiero que lo uses aquí —dijo Donghae colocando el brazalete en la muñeca izquierda de Hyukjae.

Ultimamente Hyukjae evitaba observarse esa mano porque allí estaba una de las cicatrices de sus peores días. Pero el brazalete lo ocultaba ahora y hacía que su mano se vea elegante. Era un hermoso regalo que usaría todos los días.








Un año después Donghae regresó a la misma joyería...

La espera de Hyukjae [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora