Capítulo 37: florecer

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Flor de loto, pureza y noble corazón. Ser
castigado por la amargura y el odio, que a pesar del dolor de tu alma, elegiste la luz.

Amar no es pecado. El amor se debe celebrar. Pero a ti en vez de dicha, te ha tocado llanto, muchas lágrimas que derramar.

Ante el rechazo, pusiste el corazón en una mano. Cerraste tu puño con deseos de olvidar. Un año pasó frente a tus ojos. Otro año pasó y lo dejaste de pensar. El tiempo siguió su curso. A esa persona ingrata, que no ha sabido corresponderte creíste olvidar. Sin embargo, bastó oír su nombre para recordarlo, bastó una foto suya para agitar tu herido corazón. El refugio en otros brazos, la distancia y el tiempo, nada de lo que has hecho, nada sirvió para dejarlo de amar. 

Porque el amor sincero no muere. El amor verdadero permanece allí, oculto, seguro, en el fondo del alma, esperando retornar.

El orgullo te dice "no le creas". El dolor grita "te volverá a lastimar". Pero el sufrimiento continuaría el resto de tus días, si decides ignorar la necesidad de amar. 

Lo amas y ya no puedes mentirte a ti mismo. Lo necesitas, y no hay otra realidad. Y ahora más que nunca, ahora que descubres que él siente lo mismo, ahora que sabes que sus "te amo" son sinceros, ahora que él vela por tu felicidad, es ahora que quieres romper la cadena del sufrimiento. Los dos se aman, ésa es la única verdad.

Con un suspiro valiente, deja ir el odio, el dolor, el peso del pasado, todo aquello que no te deja avanzar. Un paso al frente. Pon en palabras aquello que sientes. 

Una oportunidad brilla en lo oscuro. Una luz. La felicidad. 

Flor de loto, pureza y noble corazón. 

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—Me gustas —susurró con la voz temblorosa.

Porque detrás de esas dos simples palabras había un mundo entero de sentimientos y emociones: miedo a salir herido nuevamente, resignación porque ya no podía engañarse más, humillación porque estaba confesando lo que sentía a quien lo había rechazado en el pasado, deshonra porque sentía que se estaba traicionando al decirle aquello a Donghae. Había incertidumbre en su corazón, al no saber lo que sucedería al confesarse. Sentía temor, ganas de huir y refugiarse en la fría soledad. Había una sensación amarga en su pecho cuando pensaba en todos los años padecidos. Tenía muchos sentimientos negativos carcomiendo su corazón, sin embargo, todo lo malo, todo lo que había sufrido, todas sus desgracias, todas esas emociones negativas que sentía en aquel momento, todo el rencor, el odio, el miedo, todo se desdibujaba cuando miraba a Donghae.

Aquel día en que Donghae se accidentó, el corazón de Hyukjae dio un vuelco y sus sentimientos quedaron de cabeza. El fuerte rechazo que sentía hasta entonces se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. Bastó ver a Donghae inconsciente y sangrando en el piso para entender que eso no era lo que quería. Hyukjae se había esforzado tanto en las últimas semanas para alejarse de él. Había incluso llegado a odiarle, pero todo eso se borró en cuanto lo vio herido en el baño. Entonces el miedo a perderlo lo inundó, y esa emoción fue tan avasalladora que aquello que estaba encerrado bajo siete llaves emergió del fondo de su alma y lo abrumó aun más. Hyukjae deseaba que Donghae estuviera bien. Hyukjae necesitaba que Donghae estuviera bien. Su pecho se oprimía al pensar en Donghae herido. Pensarlo muerto, le causaba un intenso dolor y un terror que nunca imaginó experimentar. Hyukjae necesitaba de Donghae y no quería que nada malo le sucediese, porque si eso pasaba, él se sentía morir también.

La espera de Hyukjae [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora