41. Penúltimo capítulo: la última frontera.

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Donghae se removió entre las sábanas somnoliento, despertando con pereza de un sueño tan maravilloso, tan mágico, tan glorioso. Sentía el cuerpo liviano, el alma descansada, la paz inundando cada fibra de su ser. Un sentimiento en su pecho susurraba en un canto dulce "todo está bien", "esto es estar bien". Mariposas en el estómago, el amor bullendo como un manantial. No habían palabras para describir lo bien que se sentía en su corazón, la sensación de estar entre nubes esponjosas, de abrazar la luz y sentirse cálido, la emoción de haber llegado a un paraíso tan esperado... Soñar con Hyukjae haciéndolo suyo, amándolo en cuerpo y alma como tanto lo había deseado, las imágenes íntimas se reproducían en su cabeza pintando una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, evidencia de la felicidad que burbujeaba en su interior.

La felicidad se volvió mil veces mayor cuando abrió los ojos y notó su desnudez bajo las sábanas, el aire saturado a rosas y pétalos desparramados por doquier, prueba fehaciente de que su sueño había sido el reflejo de la consumación real. Entonces su sonrisa se volvió brillante y boba con tal conocimiento; cargada de alegría, de satisfacción, de contento. Efectivamente estaba en la habitación de Hyukjae, la habitación que éste había preparado con esmero para entregarse a él. Y Donghae lo había tomado con pasión, habían hecho el amor, se habían unido en un solo cuerpo y todo fue como de otro mundo. ¡Sublime! ¡Majestuoso! ¡La felicidad no cabía en él!

—¡Te amo, Hyukjae! —exclamó brotado de emoción, con intenciones de saltar sobre su amor.

Pero la cama estaba vacía a su costado. Hyukjae no estaba allí ni en la habitación.

Extrañado, se calzó rápidamente su ropa interior, que estaba doblada en un extremo de la cama, y salió en busca de Hyukjae, un fuerte deseo de verlo carcomiendo su corazón. Sin quererlo, la preocupación fue creciendo a cada paso que daba. Sin embargo, la paz regresó cuando al acercarse a la cocina escuchó a una persona tarareando una canción. Donghae se derritió contra el marco de la puerta al ver a Hyukjae en pijama, cantando feliz mientras preparaba el desayuno.

Allí estaba Hyukjae, su Hyukjae, la persona que podía hacer de él el hombre más feliz del mundo. Donghae suspiró estudiando su figura tras esa camiseta holgada y esos pantalones de algodón fino, recreándose en los recuerdos de ese cuerpo delgado desnudo...

—¡Despertaste! —dijo Hyukjae alegre al percatarse de su presencia, entonces Donghae notó cómo esos ojos hermosos se volvían redondos. Un rubor se extendió por todo el rostro de Hyukjae y éste apartó la vista con timidez después—. Bu-buenos d-días —le saludó entre tartamudeos, volviendo su atención a lo que hacía.

Con las manos ligeramente temblorosas, Hyukjae continuó untando mermelada en unas tostadas que había hecho. Donghae lo notó nervioso, como queriendo rehuirle, entonces una brisa de aire proveniente de la ventana le recordó que, en su apuro, no se había vestido por completo. Donghae llevaba puesto simplemente los bóxers y, al parecer, eso era lo que ponía nervioso a Hyukjae. "Pero si ayer lo hicimos", pensó extrañado de su timidez. Donghae le había visto todo, y Hyukjae también había visto todo de él, ya no debería de haber pudor entre ellos. Sin embargo, allí estaba su amor todo avergonzado. Donghae sonrió una vez más.

—Inocente —susurró con cierta satisfacción, sintiéndose extrañamente bien al generar esa respuesta en Hyukjae.

Aunque si lo pensaba, de inocente Hyukjae no tenía nada. La forma en que había respondido a él mientras hacían el amor era de todo menos inocente. Hyukjae se había comportado apasionado, fogoso, impetuoso, sin inhibiciones. ¡Había sido tan ardiente! "Como si tuviera mucha experiencia en esto", susurró una parte de la conciencia de Donghae que hacía mucho tiempo no lo atormentaba, la parte enferma de celos que siempre generaba problemas. Y este extraño pensamiento se acompañó de un efímero apretón en el pecho, de un breve malestar, pero Donghae no quería dar rienda suelta a su parte más insegura, que siempre lo arruinaba todo tratándose de Hyukjae. Él no quería caer en celos y pensamientos hirientes, Donghae decidió respirar profundo y recordar la gran noche que había tenido, que era lo único real allí. Entonces los celos se esfumaron y la paz regresó a su corazón. Porque después de todo, Hyukjae se había entregado a él, así que no había razón para arruinar ese día hermoso con celos infundados.

La espera de Hyukjae [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora