Capítulo 40: la cadencia del amor

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Cuando Hyukjae comenzó a sentir inseguridad al ver a Donghae simplemente allí parado, observándole atónito sin decir una palabra, éste le sorprendió dejando caer un beso casto sobre sus labios. Un beso dulce, suave y delicado como una flor, un beso que transmitía un mundo de sentimientos, de momentos nuevos por venir.


—Sí —susurró Donghae al separarse unos centímetros de su boca, entonces ladeó la cabeza y dejó caer otro beso sobre Hyukjae. Uno más duradero, que se volvía más intenso con el paso de los segundos, que prometía tomar todo y llevarte al cielo, que reflejaba el anhelo profundo que yacía en Donghae —. Sí, por supuesto que sí —murmuró conmovido, con los ojos cristalizados—. Mil veces sí, Hyukjae.


Y esas simples palabras derribaron una frontera y dieron paso al más placentero paraíso en la tierra. Con urgencia, Donghae llevó una mano a la nuca y la otra a la cintura de Hyukjae, entonces lo estrechó con fuerza, tomó de su boca con desesperación en un beso dulcemente asfixiante que parecía no tener fin.

Hyukjae jadeó dejando caer los párpados sobre sus mejillas coloradas, con el corazón tronando en su pecho se entregó a aquello que había evitado tantos días. El nerviosismo, la timidez y las inseguridades se esfumaron lejos ante la pasión que Donghae emanaba con sus besos. En cambio, un torrente de calor surgió en él al percibir la cercanía del otro, al sentir bajo la ropa los músculos calientes y férreos de Donghae. La mano grande de éste asentada a la perfección sobre su espalda baja estaba haciendo estragos en su cuerpo. Los dedos de Donghae atrayendo firmemente la cabeza de Hyukjae mientras mordisqueaba y chupaba de sus labios estaban despertando un fuego difícil de calmar. Un hambre voraz se construyó en lo profundo de su interior. Ahogando un jadeo lastimero, Hyukjae se abrió gustoso a los labios que buscaban conquistar su cavidad. 

Húmedo, ardiente, deseo espeso. El contacto desesperado de sus lenguas fue como lujuria líquida corriendo por el torrente de sus venas. Un ardor intoxicante surgió con una fuerza abrumadora. Hyukjae se aferró a Donghae y respondió al beso con voracidad, con el hambre que le carcomía. Su piel se erizó ansiosa, hormigueando en busca de contacto, necesitando del toque de las manos de Donghae. Su cuerpo entero era un hervidero de deseo y anhelo. Hyukjae estaba encerrado en los brazos del otro, sin embargo, necesitaba estar más cerca, más unido a Donghae. Su instinto le pedía sentir el cuerpo desnudo contra el suyo, sentir a Donghae muy dentro de él, llenándole, aplastándole con su peso, siendo conquistado y saqueado hasta que ninguno de los dos pudiera dar más. Con esa necesidad febril en cada fibra nerviosa, el calor espeso se trasladó al sur directo a su entrepierna. Sintiéndose mareado, Hyukjae percibió cómo su miembro se llenaba rápidamente en sus pantalones, exigiendo y pulsando por un poco de atención. Entonces curvó sus caderas. Hyukjae no pudo controlar la necesidad de frotarse y chocó sus caderas con las de Donghae.

Un gemido mutuo quedó ahogado entre ambas bocas. Con el rostro enrojecido y los labios hinchados, Donghae rompió el beso y se apartó levemente, jadeando pesado y devolviéndole la mirada con incredulidad.

Entonces Hyukjae se inquietó por un breve instante, porque probablemente para Donghae ésta era su primera vez con un hombre y Hyukjae entendía que podía asustarse o sorprenderse con algunas cosas. Sin embargo, a los pocos segundos sus pensamientos quedaron olvidados cuando la mirada de Donghae se oscureció como un depredador sometiendo a su presa. Las pupilas se dilataron en un peligroso brillo salvaje, anunciando el quiebre de sus restricciones internas. Éste quitó la mano que estaba aferrada a la nuca de Hyukjae y la bajó hasta estrujar su trasero con fuerza.


—¡Donghae! —gritó Hyukjae asaltado por el repentino movimiento.


La espera de Hyukjae [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora