Capítulo 27.

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Apenas Jame pone los ojos en mí la sonrisa que tenía desaparece como si no me quisiera ver, por otro lado la Stra. Wilson se sonroja. Ella se aparta un poco de él y aleja sus manos de James.

– Katherine me puedes dejar a solas con el Sr. Hardy – dijo cruzando los brazos –. Por favor.

– Si claro – deja a un lado el algodón que tenía.

Cuando iba a caminar en dirección a la puerta James la toma del brazo y me una mirada fulminante.

– No – dice retándome –. Le he pedido a Kate que me ayude.

– Jamie no es necesario – intenta soltarse del agarre de Hardy.

No puedo creer que lo haya llamado así, se supone que solo sus amigos le dicen Jamie. Mi mirada se endurece aún más, y niego mientras él me sostiene la mirada.

– Usted prefirió estar al pendiente del Sr. Westbrook – me muerdo la mejilla para no escupir todo lo que le quiero decir.

– Kate déjanos solos – reafirmo –. Necesito estar a solas con el caballero.

Kate asiente y se libera, rápidamente sale de la sala de juntas sin ni siquiera mirar atrás. Camino firme hasta donde ella dejo el algodón y el resto del botiquín.

– Yo no estaba defendiendo a nadie – digo mientras pongo un poco de alcohol en el algodón.

– Claro que lo hiciste – dice herido –. Tanto que preferiste quedarte a ver como estaba.

– No es eso James – me pongo frente el –. No puedes ir por ahí pelando por comentarios estúpidos.

– Para mí no son estupideces – me mira con total seriedad –. Eres MI mujer y no veo porque ese hombre o cualquier otro esté haciéndote invitaciones.

– Yo me negué a ir – estaba a punto de estallar.

– Pues al parecer el no le ha quedado claro – dice pasando una mano por su cabello.

– De seguro ahora si – empujo su cabeza hacia atrás y le pongo el algodón con bastante fuerza en su labio.

– Mierda – protesta –. Eso duele – toma mi mano para que no haga tanta presión.

– Te aguantas – digo regañándolo.

Me suelta y puedo seguir limpiando el desastre en su rostro, cada vez que pongo el algodón en la herida él se retuerce un poco pero ya no se queja. Tiene el labio inferior roto y un morado horrible en su pómulo derecho, tiene las manos vueltas mierdas. Cuando termino boto los algodones en una cesta y el se queda quieto sin decir nada.

El silencio que nos rodea se vuelve incomodo, me siento en otra de las sillas de la sala y empiezo a jugar con el reloj.

– ¿Sabes porque no me gusta que te pelees? – rompo el silencio.

El levanta su mirada y me mira confundido, su mirada aún sigue un poco dura pero no tanto como antes.

– No solo la otra persona sale golpeada – digo calmada –. Mírate James, no me gusta verte así y meno por mi culpa.

– Tú no tienes a culpa – dice rápido.

– Yo no lo defendí – susurro –. Yo quería que pararan porque no quería que el te golpeara más.

– Yo se lo que hago – su rostro se relaja un poco más –. Él no es un buen hombre, yo lo conozco.

– Con mayor razón – me acerco a el –. El vino aquí para que fuera su asesora pero me negué ¿Sabes por qué? – el niega –. Porque tú me lo pediste, me pediste que me alejara de el – pongo mis manos en su rostro con cuidado –. No tenías que reaccionar por un comentario tan vacío como el que hizo.

Sin LimitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora