La misma técnica de persuasión que aplico Stellan al llegar con Geenebra a su edificio, la aplico al salir, de la misma manera la llevo hasta su casa y se despidió de ella con la única promesa de que se volverían a ver pronto.
Cuando Geenebra entro a su casa, su madre aún estaba despierta, pero Nore ya se encontraba dormido.
—¡Geenebra! ¿Dónde estuviste?
—Estuve con el dirigente Strand.
—¿Estas en problemas?
—No madre, no estoy en problemas. Ve a dormir, te prometo que mañana te contare todo. Estoy bien, por favor ve y descansa.
Sin estar demasiado convencida, Serha se retiró a descansar, pensaba que su hija también merecía un descanso y pensar en lo que sea que hubiera hecho todo el tiempo que estuvo fuera de casa.
Geenebra fue hasta el pequeño refrigerador y tomo una botella de agua y la bebió ahí mismo, de pie al lado del aparato. Cuando hubo terminado de beber su agua escucho que alguien tocaba a la puerta; inocentemente, como todas las reacciones en Geenebra, pensó que era Stellan que había regresado una vez más, sonriendo fue y abrió con confianza la puerta, pero la que estaba ahí era Aleenah Saint; la confianza de Geenebra fue rápidamente sustituida por pánico.
Aleenah, que ahora vestía totalmente de negro, estaba recargada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y viendo acusadoramente a Geenebra.
—Buena aventura la que tuviste, ¿no?
—¿Disculpe?
La noche anterior, después de su escandalosa incursión en el Sótano, Aleenah y Carlos regresaron al departamento del vampiro. Cuando pasaron frente a la puerta del departamento de Stellan, Aleenah agudizo su oído y alcanzo a escuchar la voz de Geenebra. El hacer llegar a Carlos tarde a su oficina, fue con el único fin de asegurar ver a Stellan y poder estar cerca de el al menos cinco minutos y en la misma habitación. Así pudo ver todos los detalles de su prohibida aventura con la habitante.
—Para ser honesta, odio inconmensurablemente que la gente trate de mentirme, más cuando ya saben que eso es imposible, y tú ya lo sabes, Stellan te lo dijo anoche. —Geenebra estaba congelada, sintiendo que si soltaba el pomo de la puerta, el cual tenía fuertemente aferrado, se desmayaría. Mientras Aleenah sonreía maliciosamente, por su reacción y por las cosas que ella recordaba y la velocidad con la que lo hacía. —Querida, creo que es mejor que pasemos y te sientes, estaremos más cómodas dentro.
Ambas pasaron a la pequeña sala de la casa de Geenebra, ella tomo asiento, sintiendo como el corazón le latía en la garganta, mientras Aleenah iba hasta el refrigerador y sacaba otra botella de agua para la aterrada habitante.
—¿Van a reubicarme?
Pregunto Geenebra, que aun sostenía la fría botella en sus manos y veía con terror como los ojos de Aleenah se clavaban inexpresivos en su rostro.
—No.
—¿Van a hacerle algo a mi familia?
—No.
—¿Van a hacerle algo a Stellan?
Aleenah sonrió complacida. A veces sentía tanta lastima por todos los que la rodeaban, no podía creer lo fácil que le daban todo lo que ella necesitaba aun antes de pedirlo o que lo necesitara. Como Geenebra en ese momento, la mujer acababa de aclararle el orden de sus prioridades.
—Nadie te hará nada, ni a tu familia, ni a tu dirigente, porque nadie sabe lo que han hecho, nadie más que yo. Te lo dije Geenebra, te conviene ser mi amiga. —Una sola lagrima aterrada resbalo por la mejilla de Geenebra. —Veamos, así serán las cosas ahora. Tú, de hoy en adelante, cumplirás con las órdenes y misiones que yo te encomiende.
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En los tiempos del caos.
VampireEl hombre fue el depredador del hombre; el agua se estaba convirtiendo en veneno y la población mundial disminuía día con día, el dinero de los poderosos no fue más que papel sin valor y ellos solo un puñado más de gente desesperada por un plato de...