CAPITULO 23

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Durante el viaje Geenebra había dejado de hacerle preguntas a Aleenah, de hecho había dejado de hablarle por completo, lo cual convirtió su viaje en uno bastante largo, y ademas hubiera sido tedioso si no hubiera sido por la pantalla frente a ella reproduciendo película tras película. Cosa que le pareció bastante agradable, ya que en el tiempo que compartió con Stellan se convirtió en gran amante del cine.

—A mí también me gustan las películas, —Dijo Aleenah con tono ausente y sin voltear a ver a Geenebra, más bien poniendo casi toda su atención a un rectángulo negro en sus manos por donde deslizaba sus dedos sin parar. —pero me gusta más la música. La encuentro más relajante.

—Pero las películas nos muestran la vida. —Respondió la mujer casi sin pensarlo.

Aleenah al escuchar esto sonrió o mejor dicho, se ahogó en medio de la sorpresa y una sonrisa.

—Explícate, Geenebra 15, 111, 883.

Geenebra dudo en hablar por un momento, ya que temía el no poder expresar sus ideas de manera ordenada en esos momentos, pero la mirada insistente de Aleenah la estaba presionando.

—Bueno... en Psicosis vemos que las personas pueden ser tiernas, dulces y amables, pero esconder terribles secretos y significar un gran peligro. Al contrario en El silencio de los corderos vemos que alguien con una maldad singular y más que reconocida puede sentir simpatía por alguien si ve algo especial en ella. Hay muchos ejemplos de lecciones de vida en el cine; La milla verde, La piel que habito, Lo que el viento se llevó, El cuervo, Tacones lejanos, Adiós a Las Vegas, La lista de Schindler... incluso El club de la pelea y Tiempos violentos.

—Stellan te enseño algo, pero no lo suficiente. Creo también que te debió de dar libros, aunque en la situación en la que estaban eso hubiera sido muy complicado. Me gusta La lista de Schindler, creo que es la más aproximada a nuestra actual realidad... o al menos a la que acabamos de destruir.

—He leído libros, soy educadora. —Dijo la mujer tratando de defender su condición, aunque no supiera cual era en realidad esta.

—Eras, Geenebra, eras educadora. Y no me refiero a libros de texto llenos de basura barata autorizada por dictadores dementes, me refiero a literatura, pero ahora eso no importa mucho.

—¿Y dónde están esos libros de los que hablas? ¿Existen aún?

Aleenah sonrió cansada de hablar con Geenebra, como quien está cansado de hablar con un niño pequeño al que se le debe explicar todo incluso más de una vez.

—Mira, va a empezar otra película, —Dijo Aleenah señalando con su dedo a la pantalla frente a ellas, de nuevo tratándola como si fuera una niña ignorante a quien quisiera distraer para que la dejara en paz. —seguro te gustara y le encontraras una lección de vida en la trama; es Forrest Gump, de algún modo tu eres como él; un niño medio tonto que se enfrenta un mundo lleno de gente que se cree lista.

—Yo no soy tonta.

Dijo Geenebra indignada, pero Aleenah ya había sumergido la cara de nuevo en su rectángulo negro y volvía a mover sus dedos sobre el a una velocidad casi molesta de ver. Con la misma indignación guardo silencio de nuevo y se dedicó a ver aquella película que al final acabo gustándole más de lo que esperaba, incluso de repente se encontró moviendo la cabeza o los dedos al ritmo de las melodías que sonaban de fondo durante la película y por un momento le pareció ver de reojo que Aleenah también lo hacía pero no lo supo a ciencia cierta.

Al final de la película pensó que sí, quizá ella si era un poco como Forrest Gump, y si, quizá si era algo tonta pero era a causa de su ignorancia, y al igual que aquel singular personaje ella estaba saliendo al mundo a enfrentarse a gente que era en más de un aspecto superior a ella.

En los tiempos del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora