CAPITULO 1

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Serha, la abuela del pequeño Nore, igual que todas las tardes, estaba sentada en el diminuto patio de aquella casa, hablándole a su único nieto de cómo eran las cosas cuando ella era niña.

—Cuando yo era pequeña, los vampiros apenas estaban construyendo estas casas para nosotros, —Dijo mientras extendía su mano derecha hacia el fondo de la calle, señalando la larguísima hilera de casas idénticas, a las cuales solo las distinguía el código alfanumérico grabado en la acera. –estas casas no existían aun, al menos no todas.

—¿Y dónde vivías?

Pregunto el pequeño interesado y con el asombro característico de sus escasos seis años.

—Yo vivía en otra zona con mi madre, una de las primeras. Pero mi madre vivió en los albergues, decía que ahí, los vampiros, los alimentaban directamente a la gente, los revisaban que no estuvieran enfermos y les tomaban las cuotas.

—¿Las cuotas es la sangre que mamá y papá dan?

—Si. Cuando yo era niña, mi madre daba las cuotas, después las di yo también, y ahora las da tu madre y padre. Un día tú también darás cuotas a los vampiros para que ellos nos sigan cuidando.

En ese momento la puerta de la pequeña casa se abrió y los padres del pequeño entraron, ambos cargaban las provisiones del día; latas de suplemento, el alimento que los vampiros le daban a las personas para mantenerlos sanos y nutridos, varias botellas de agua y las vitaminas adicionales para su día. Esa era la rutina diaria. Ir al centro de acopio de cuotas, dejar la cantidad de sangre correspondiente por familia, tomar sus provisiones y volver al día siguiente.

Por lo general los vampiros no le exigían a la gente que trabajara, ellos les suministraban todo lo que ocupaban, pero si las persona querían ayudar en labores como limpieza en espacios abiertos, dando mantenimiento a filtros de aire y agua o aseando los edificios de trabajo y gubernamentales, los cuales eran ocupados por completo por los mismos vampiros, entonces eran recompensados con algunos privilegios, que iban desde, raciones extra de suplemento o agua, hasta conseguir la autorización para contraer matrimonio o tener un hijo, todo dependiendo de sus horas de voluntariado acumuladas. Así fue como, Geenebra y Kaoul, consiguieron ser los padres del pequeño Nore.

La madre de Serha, abuela de Geenebra, estaba apenas en el vientre de su madre a su vez, cuando los vampiros, como comúnmente llamaban las personas a los que los habían salvado de la extinción, empezaron con su gobierno.

Los vampiros tomaron el gobierno del mundo por la paz al ver como la raza humana se comenzó a extinguir, ya fuera por enfermedad, hambre o porque se asesinaban los unos a los otros. Los vampiros, que hasta ese momento se habían mantenido a la sombra, dándose cuenta de que la sangre sana estaba cada vez más escasa, decidieron levantarse y tomar las riendas del asunto, ya que si los humanos se extinguían, solo podía significar su propia extinción a su vez. La población mundial al no poder resolver todo el caos que ellos mismos habían desencadenado, no tuvieron más opción que ceder, unos países antes que otros, pero al final, todo el mundo quedo unificado en un solo gobierno encabezado enteramente por vampiros.

Rápidamente estos salvadores sobrenaturales, recogieron a las personas en albergues de primer nivel, dotándolos de antibióticos, alimentos y agua; mientras ellos limpiaban y comenzaban la construcción de nuevas y sistemáticas viviendas, estrictamente organizadas por zonas.

Muchas cosas empezaron a desaparecer; las líneas fronterizas, los nombres de los países y la distinción por nacionalidad desaparecieron también, pero sobre todo y primeramente, desapareció el dinero de las calles. El uso del papel moneda fue una de las primeras cosas que los vampiros sacaron de circulación, ya que el deseo de enriquecimiento desmedido, era, según los vampiros, una de las razones por las cuales la raza humana había estado a un paso de la muerte.

En los tiempos del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora