En dos semanas las cosas en la antigua sub zona T habían dado un giro sorprendente.
Las personas se estaban organizando perfectamente bajo el mando de Deepery, los vampiros Stellan y Carlos eran los asesores perfectos, siempre en aparente silencio y apoyando todas las iniciativas de la joven líder; la cual se había mudado de casa, ahora vivía en el mismo edificio que sus dos aliados vampiros.
Stellan, en contra de la opinión de Carlos creyó que Deepery debería estar más cerca de ellos para protegerla, ya que sabía bien cómo funcionaba la envidia humana y más la envidia por poder, y aunque este fuera mínimo era el único que los habitantes conocían, y que este poder descansará en los hombros de una niña le parecía algo peligroso para ella. Carlos había insistido en que no había nada de que protegerla, pero de algún modo si el conocer a Geenebra le había devuelto su fe en los hombres, su partida le había regresado la desconfianza. Esto sumado a que Deepery inspiraba algo en Stellan, no era la clase de sentimientos que Geenebra había despertado antes, eran solo ganas de protegerla y verla crecer, verla convertirse en alguien mucho mejor que lo que el Gran Magistrado tenía planeado para ella, mejor que otro cualquier habitante, mejor que él mismo.
Ambos vampiros habían preparado un departamento justamente un piso abajo de donde ellos vivían, buscaron cosas útiles en los demás departamentos y en el proceso se dieron cuenta de toda la mercancía ilegal que sus subordinados guardaban, sobre todo las mujeres; cosas como maquillaje, zapatos, vestidos, decoraciones y demás tonterías que seguro habían conseguido por contrabando. Stellan guardo muchas cosas que pensó que le gustarían a Deepery para dejarlas en el departamento que ella ocuparía después.
—¿Por qué haces eso?
Pregunto Carlos en tono cansado y con mirada acusadora.
—¿Qué cosa?
—Dejarle regalos. No lo hagas.
—Es para que se sienta bien, para que sienta este lugar más amigable.
—Solo lo necesitara para dormir, ella tiene mucho trabajo allá afuera, igual que nosotros. No deberíamos de estar dejando regalitos y limpiando, deberíamos estar organizando provisiones y reestructurando el software para poder comunicarnos con las otras sub zonas.
—Ya te dije que no haremos eso aún, Deepery quiere que la sub zona este bien organizada y que veamos si las especies que se encuentran en las afueras son buenas como alimento, ella cree (y yo coincido) que si vienen personas de fuera solo acabaran con las reservas que tenemos. No estamos listos para contactar a otros ni para recibirlos.
—Está bien, estoy de acuerdo solo porque sé que debe haber más vampiros por ahí y no quiero que acaben con nuestra sangre.
—Claro que hay más vampiros y no dudes que no tardaran en pasar por aquí, Aleenah los llamo a ir a su encuentro a Groenlandia, así que buscaran la manera de llegar allá, ya sea a pie, en autos o en avión... y aquí tenemos varios de esos.
Carlos no había llegado a esa conclusión y por un momento quiso negarse a la idea de que los vampiros fueran al encuentro de la que acabo con todo un sistema, pero después recordó que su especie era regida por una ley básica, seguir y obedecer al más fuerte; y ahora la más fuerte era Aleenah, ella se encargó de dejarlo muy claro al dejar al mundo incomunicado y sacando a la luz los talentos de sus soldados homicidas.
—¿Qué pasara cuando los vampiros pasen por aquí?
—Dejaremos que se lleven los vehículos que quieran, dejaremos incluso que se lleven sangre, pero protegeremos a los habitantes y a Deepery.
—¿Quieres verme morir? Si esos vampiros pelean yo no estaré a su nivel, y si se llevan la sangre moriré de hambre.
—No morirás, de eso me encargare yo. No te ofendas, pero será muy difícil para un montón de Bastardos tratar de vencer a un vampiro de dos mil años, eso sí tratan de hacerlo. Y por alimento tampoco te preocupes, tengo todo cubierto.
ESTÁS LEYENDO
En los tiempos del caos.
VampirEl hombre fue el depredador del hombre; el agua se estaba convirtiendo en veneno y la población mundial disminuía día con día, el dinero de los poderosos no fue más que papel sin valor y ellos solo un puñado más de gente desesperada por un plato de...