En los tiempos del caos.

CAPITULO 42

"Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad."
Jean-Paul Sartre.

Después de la desconexión de los soldados y la masacre de los hijos de la reina, los únicos sobrevivientes tomaron caminos distintos.

Nore, Deeline, Lynae y Jacks subieron al avión en el que habían llegado.

La pareja mayor de vampiros decidió regresar a su cabaña en Vanna, a la vida tranquila que Jacks tanto añoraba al lado de su chéri.

Nore manejaba el avión por medio de su dispositivo así que disfrutaron de un viaje tranquilo. Al llegar a Vanna, Lynae hablo un momento con Nore.

—Las runas cumplieron con su trabajo, ¿no? —Dijo la vampiresa ciega, acariciando la bolsita que colgaba de su cuello.

—Si. Me siento bien y se lo que quiero; construiré una casa para mí y Dee, viviremos como tú y Jacks, alejados de los conflictos y en paz.

—¿Has perdonado a Aleenah y a tu madre?

—Todo eso acaba de suceder, pero en algún momento cuando menos lo espere, el perdón habrá llegado.

—Así es, así debe de ser...

Lynae abrazo a Nore, fue un abrazo lleno de comprensión y cariño; ya que de alguna manera ambos tendrían que llegar a perdonar a sus correspondientes madres, era un camino que necesitaban andar para llegar a la paz que tanto anhelaban.

—Lamento lo de tus ojos, seguro eran hermosos.

—Lo eran y mucho, pero ya no importa, veo con los ojos de todo lo que me rodea.

Los niños se despidieron y emprendieron su camino hacia un sitio tranquilo y que había sido completamente deshabitado por el Gran Magistrado en su momento, de nombre Río Lagartos. Lo eligieron desde antes de salir de las reservas de la Antártida porque según los planos anteriores al Gran Acuerdo estaba cerca de un lugar señalado como Las Coloradas en un sitio antiguamente llamado Yucatán, casi a la mitad del continente de la Zona A, donde habían unas lagunas de un divino color rosado que dejaron maravillada a Deeline. Ahí se establecerían y construirían su hogar.

Stellan y Carlos regresaron también a la sub zona. Uno estaba feliz de ver a su joven amante y el otro decepcionado por haber vuelto con las manos vacías. Stellan deseaba hablar con alguien sobre lo que Iyali le confeso y el ver a Carlos tan triste lo animo a hacerlo.

—¿Quieres escuchar un chiste?

—¿Es en serio? —Dijo con enfado Carlos, para después recapacitar. —Qué más da, dime tu chiste.

—Soy heredero de la línea de sangre mortal de la Madre de Todos.

—Bueno, en vista de lo que acaba de ocurrir, debo decir que es un chiste bastante malo.

—Resulta que ella procreo un hijo con el líder de un clan al norte de donde yo nací (el lugar que les mostré en la ilusión), El Reino de los Hielos Perpetuos, lo llamo ella. Ese líder tuvo más hijos y uno de ellos se instaló en mi pueblo, tuvo hijos y bla bla bla.

—Supongo que la idea de una monarquía vampírica hacia algo confuso el origen.

—Y es que en realidad, ¿Cuántos vampiros existen que conozcan el origen de la reina?

—Ahora muchos menos que antes. —Respondió Carlos recordando la masacre del Gran Magistrado.

—Dudo incluso que Adrien o esa Lynae lo sepan por completo...