CAPITULO 19

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Geenebra y Stellan estaban sentados en lados opuestos de la cama, cada uno vistiéndose en silencio, ninguno de los dos sabia como romper el silencio que los rodeaba. Geenebra se resistía a su propio llanto, y Stellan maldecía la situación en la que estaban.

—Si huyéramos, ¿que pasara cuando tengas hambre? —Stellan no se atrevió a decir lo que pensaba, pero a Geenebra no le hicieron falta dones para adivinarlo. —¿Te alimentarias de mí, de mi hijo o de mi madre?

—Yo no necesito mucho alimento para sobrevivir, podría beber lo mínimo. Jamás tocaría ni a tu hijo ni a tu madre, pero si tú lo desearas y lo permitieras, podría alimentarme de ti.

—¿Usando esos? —Pregunto señalando con precaución a la boca de Stellan.

—Si.

—Muéstrame como, hazlo conmigo.

Stellan aún no superaba la expresión en el rostro de Geenebra por haberle mostrado sus colmillos expuestos, y sentía que el beber de ella sería algo que la alejaría de él permanentemente.

—No, no hare eso. Estamos hablando de lo que haría si se diera el caso, pero no lo hare ahora, tu no estas lista para eso.

—Stellan, si no lo haces tú, y con las situaciones que se avecinan, en algún momento lo hará alguien más.

Stellan se negó rotundamente, y antes de que todo acabara en discusión Geenebra prefirió retirarse, pero eso no significaba que abandonaría el tema. Ella entendía el peligro que se aproximaba, el peligro en el que estaba ella y su familia, pero aun así la idea de que ella podría proteger a sus seres queridos más eficazmente si ella tuviera las mismas armas que el enemigo, no se iba de su cabeza.

Un par de días después de haberle pedido a Stellan que le mostrara como bebían los vampiros y haberle ofrecido su propia sangre, considero que si él no quería revelarle ese secreto necesitaría acudir a otro vampiro. El primero en el que pensó fue en Carlos, pero hasta ese momento la relación de ambos era más bien indefinida, y después de negarse lo primero que haría sería correr a decírselo a Stellan; así que la respuesta era obvia, Geenebra solo conocía a cuatro vampiros, dos de ellos estaban totalmente descartados, la tercera estaba en un lugar mucho más que alejado de ella, solo le quedaba la cuarta opción, Jacks.

Geenebra solo tuvo que acercarse un poco a las oficinas en el centro de la sub-zona para encontrar a Jacks.

—¿Que hace por aquí? —Pregunto el vampiro al acercarse a la mujer. —Usted no necesita merodear (que por cierto lo hace bastante mal), usted solo debe de entrar al edificio; ellos aún no se acostumbran a verla, pero tampoco les sorprende ya.

—En realidad te busco a ti. —Confeso.

—¿En qué puedo ayudarla?

—Vayamos a otro lugar.

El vampiro no dudo ni un instante en subir al auto con la habitante; después del favor que le había hecho ella al prevenirlo de los acontecimientos futuros, Jacks haría cualquier cosa por ella y sin desconfiar.

Fueron al lugar donde ella se sentía segura, a donde los aerogeneradores. Ahí Geenebra, mientras con su pie comprobaba la esponjosidad del pasto y veía el movimiento de las nubes, le contó a Jacks lo que había pasado con Stellan y le suplico que le dijera y mostrara todo lo que él se había negado.

—Discúlpeme, pero creo que yo no soy el indicado para hacer eso. Usted no sabe todas las leyes que rompería haciendo eso, no sabe la cantidad de leyes que mi dirigente está rompiendo tan solo por mostrarle los colmillos, si lo que usted me dijo no pasa y el Gran Magistrado se entera de lo que mi dirigente está haciendo, más de uno perderá la cabeza.

En los tiempos del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora