20.

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ELLA SÍ ES FELIZ

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Llamo al ascensor y cuando éste llega, me llama demasiado la atención la imagen que aparece frente a mí.

Louis Fontaine y Laia Franco besándose.

Jamás en mi vida imaginé que vería esta escena en donde ambos estén demasiado cerca y mucho menos que estén compartiendo un contacto muy íntimo.

Carraspeo y me llevo una mano hacia la nuca para que se den cuanta que ya están en presencia de alguien. Cuando ellos se separan de golpe, comienzo a tratar de no reír porque sé que eso molestaría a Laia y era lo que menos quería ahora.

—Vaya, vaya... —comenté en un tono burlón que hace fruncir el ceño a mi amiga.

—El idiota tenía algo en el ojo —se excusa ella, empujando más lejos a Louis para pasar por mi lado y comenzar a caminar hacia su pequeño cubículo en la oficina de Louis.

Me giro hacia un Louis desconcertado y alzo una ceja.

—Creo que ella te odiará por mucho tiempo —le dije.

—Le gustó —se encogió de hombros. Solté una risa y me hice a un lado para que pasara y siguiera a la chica castaña que corría a toda velocidad en estos momentos.

—Solo... ve por ella, hermano —dije, sintiéndome extraño.

Sabía que Louis no era para nada mi hermano, y nuestra relación no comenzó en los mejores términos, porque un recuerdo como me dolía el pómulo por aquel golpe que me propinó en el club. Pero sabía que eso de llamarlo hermano no sería todos los días.

—Es curioso que tenga a alguien a estas alturas de la vida —comentó, pero mantuvo su rostro en modo burlón—. Pero gracias, Dave. O hermano... —Hizo una mueca—. Es mejor que nos digamos por nuestros nombres, esas cosas cursis no son para nosotros.

—Tienes razón —acoté—. Mejor no lo pudieses haber dicho, porque se me hacía incómodo a mí también.

Louis soltó una carcajada y dándome una palmada en la espalda se marchaba por el pasillo, él no corría y parecía demasiado confiado a lo que Laia respectaba.

Subí al ascensor y de inmediato pulsé el botón para poder bajar a la primera planta. Ahí medité un poco de lo que quería hablar con ella... pero creo que no sabía mucho de ella hasta que me di cuanta de que no sabía a qué universidad asistía.

Mierda.

Gruñendo me regresé a la oficina en busca de alguien que me pudiera explicar dónde estudiaba Josette. Aunque tuviera cinco meses en la ciudad, aun no sabía del todo en dónde se ubicaba cada lugar o cómo llegar específicamente.

Le pregunté a la recepcionista en donde quedaba el departamento de Recursos Humanos. Sabía que ahí era donde encontraría la ubicación de ella, tal vez ir a su casa me facilitaba las cosas.

Cuando Nina, la encargada del Departamento de Recursos, accede a entregarme la dirección de la casa en la que vive Josette, y también a que universidad asiste, me debato entre si ir o no.

Ya no sé qué más pensar en realidad. Mi vida se volvió un asco en el momento que volví a Phoenix. También sé que eso todo es mi culpa, por ello no me daré golpes de pecho y llorar en un rincón, así que es momento de dejar las cosas fluir y darme una nueva oportunidad con la chica que invadió mi mente durante cuatro años.

Sueños lúcidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora