EN MEDIO DE NADA
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Las cosas comenzaron a ponerse, espontáneamente, seductoras. Besos por aquí, besos por allá. Josette estaba invadiendo mi mente, y por si fuera poco, también estaba haciéndolo ya con mi cuerpo.
No podía detenerme, o tal vez no quería detenerme. Pero fuera lo que fuera esto tenía algo que me gustaba, por más que me negaba a decir que esto se sentía bien, en realidad sí se sentía bien.
En un punto de mi vida, cuando tenía unos dieciocho años, me imaginé lo que sería probar esos labios que por tanto tiempo había dibujado. Cuando miraba los dibujos en mi block siempre me preguntaba si un día la volvería a ver, si ese rostro de ángel se mantendría intacto, si esa mirada seguía brillando con la misma intensidad. Aunque ahora, con los años, me di cuenta que no quedaba nada de la chica que conocí en aquella tienda, ella ya no poseía ese rostro de ángel, lo cambió por un rostro lleno de picardía, con una mirada de detonaba sensualidad. La verdadera Josette Rousseau se encontraba besándome sin pedir una cita, un momento mágico, solo quería... diversión.
Debo admitir que eso me tomó totalmente por sorpresa, al principio, cuando creía todavía que ella para mí era inalcanzable. Pero me dijo que le gusto... y eso hace diferencias en muchos sentidos.
No dejo de besarla, no quiero dejar de hacerlo. No quiero que esto se detenga, y al parecer, ella tampoco quiere. Estamos bien así.
Ella se separa un poco de mis labios, y soy consciente de la sonrisa que se dibuja en mi rostro, porque ella también sonríe.
—Esto es totalmente loco, Dave —dijo, manteniendo la sonrisa en su rostro—. Jamás creí que te propondría algo así a ti.
—Entonces yo debería admitir que nunca imaginé esto de ti.
—No suelo tener noviazgos, solo relaciones vagas, tonteo que no lleva a nada. Pero quiero conocerte mejor, porque no me has juzgado, al contrario, me has defendido desde el momento que nos conocimos.
—Te defiendo porque no creo que seas alguien que haga daño, Josette.
—No sabes nada de mí —murmuró, sostuvo mi mirada con la suya mientras se acercaba de nuevo—. Solo sé que me gustas y quiero tenerte.
Y eso solo bastó decir para que me tuviera de nuevo a su merced. Nos besamos más tiempo. Sostuve su estrecha cintura contra la mía mientras probaba más y más del sabor de sus labios. Me gustaba el contacto, me gustaba la manera de ser. Ella era espontánea, decidida y salvaje, y esos eran cualidades suficientes para saber que ella una chica excelente.
Todo cambió en el momento que ella utilizó sus manos, explorando todo a su paso, utilizando el contacto para provocar sensaciones que había ya conocido, pero que solo las había sentido con una persona.
Cuando sus manos se posaron debajo de la camisa que llevaba puesta, supe ahí que ella estaba totalmente dispuesta a seguir. Y también ese fue el incentivo que tuve para yo posar mis manos debajo de sus muslos para poder alzarla, provocando así que sus piernas se enlazaran detrás de mí. En ningún momento separó sus labios de los míos, al contrario, los besos se volvían más intensos conforme pasaba el tiempo. Fue ahí cuando decidí llevar esto a otro nivel.
Dejé un rastro de besos a través de sus pómulos, descendiendo por su mandíbula hasta llegar al punto sensible de su cuello. Ella ladeó la cabeza, permitiendo que yo besara, lamiera, mientras ella disfrutaba cada sensación que esto le provocaba.
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Sueños lúcidos
RomanceDave Prescott ha logrado manejar del todo sus sueños, él mismo considera que los controla y está seguro de que así es porque sabe que pronto podrá concluir la universidad, su familia es estable y sin dramas, y claro, mantiene una relación formal con...