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Llevé una a mis labios de nuevo, tratando de no sonreír como adolescente de quince años después de haber dado su primer beso.

Con Dave las semanas pasaban y cada día mejoraba, un día tras otro se hacía mejor que el anterior con el simple hecho de ser él. Comenzamos a salir después del baile de aniversario, él ni siquiera tenía una idea de a dónde podía ir una pareja en plan romántico, así que solo me reí de él y le sugerí que pasáramos la tarde caminando por el centro de la ciudad. Ese día ni siquiera me preocupé por la hora, ni siquiera fui consciente de cuando oscureció.

Dave solo me hacía sentir segura en todos los aspectos.

Suspiré de nuevo.

—Señorita suspiros, deja de moverte, que debes estar perfecta para la sesión dentro de unos minutos —me recriminó una chica de cabello castaño, era la chica que hablaba demasiado con Dave, Laia. Creo.

—Lo siento —dije, rápidamente para poder concentrarme. Aunque era una tarea realmente imposible si de pensar en un chico se tratara.

—No lo sientas, ya sé que sales con el mono rasurado de Dave —murmuró, ajustando la lente de la cámara mientras me miraba con picardía.

Me quedé completamente quieta ante sus palabras. Sabía que ella era amiga de Dave, pero algo que no tenía consciencia era que ella sabía lo que ocurría entre nosotros.

—No...

—Ni trates de justificarte —se adelantó a decir—. Sé que el idiota te gusta, y le gustas a él. Pero si de verdad quieres que Alaric Abbott te contrate, tienes que enfocarte.

—Dave es solo un amigo.

—Es mi amigo también, y por eso no lo ando besando. Así que no me vengas con el cuento de que es tu amigo —refuta, comienza a indicarle a Gretta que el maquillaje debe estar completamente mate.

Miro a la chica castaña con todas esas agallas y me sorprendo de la magnitud que tiene abiertas las alas. Laia era una chica demasiado habladora, pero era de esas habladoras que tenía buenos argumentos y podían dejarte callado al instante.

La puerta del estudio se abrió, dejando ver a Dave con una sonrisa en el rostro. Inmediatamente aparté la mirada de él, no quería que Laia comenzara con alguna broma. Pero eso fue demasiado tarde, porque me encontré con los ojos marrones de la castaña y fue la muerte para mi dignidad, si es que aun tenía, claro.

—Pusiste ojitos de cordero —se burló ella—. En serio, Dave tiene suerte de tener a alguien que todavía ponga esos ojos por él.

—¿A qué te refieres? —preguntó Dave, acercándose hasta nosotras. Gretta hizo que cerrara los ojos para comenzar a maquillar mis parpados.

Sueños lúcidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora