Gemelos [EDITANDO]

Ojitos brillantes

 
  Ya había pasado tres meses y medio desde la muerte de Marcos. Natalia tuvo ciertos cambios de su actitud, se dedica dos horas extras de entrenamiento, se mantenía sola en su laboratorio y siempre salía sin el permiso de su padre a la ciudad en busca de desahogarse con un criminal. Bruce entendía su cambio de actitud, obviamente fue hablar con ella y explicarle con tranquilidad que no podía seguir por ese camino hasta el punto de lastimarse a sí misma.

   —Estoy bien, padre.—contestó ella entre dientes, odiaba que le preguntaran una y otra vez de cómo se sentía.

—Al menos ven a cenar.—respondió este mientras ponía un mechón de cabello detrás de la oreja de esta.

       ☀️☀

  Damian limpiaba su quemadura que tenía en su mano a causa de su hermana. La pobre chica se había desmayado en plena cena familiar y tuvieron que socorrerla al baño. Bruce dejó otra bolsa de hielo en la frente de su hija que respiraba agitadamente y se movía de un lado a otro.

  —Damian, trae el suero que está en su laboratorio.—ordenó Bruce mientras seguía poniendo más hielo en el cuerpo de esta.

El oji Esmeralda obedeció a su pedido.El mayor suspiró con algo de frustración ya que esto era nuevo de lidiar con una bestia que está dentro de su hija. Natalia abrió los ojos lentamente, miró a su padre que estaba pasando un pañuelo frío por toda su frente. Una pequeña sonrisa de los labios gruesos de su hija le hizo recordar a Talia. Solo una vez en su vida pudo ver una sonrisa de parte de aquella mujer.

  —Iré por otra bolsa.—El hombre de ojos azules se levantó.Natalia lo tomó por su camiseta, este la miró.

—No quiero estar sola en el baño.—admitió esta con cierta voz de pánico.

Este no sabía qué hacer, la fiebre de la chica había bajado bastante y no le quedaba de otra que cambiarle la ropa mojada. Damian había llegado con el dieron en mano y ropa extra. Una vez que ella quedó profundamente dormida, el niño engreído cargó a su hermana y la llevó a su habitación.

                                ⭐️⭐️

  Natalia

Desperté en mí habitación, miré a mi lado para ver a mi gemelo dormir a mi lado. Mi estómago me rugía, con dificultad salí de la cama, fui a la cocina , agarré una manzana para comer tranquilamente y fui a la cueva. Estaba vacío lo cuál es una sorpresa para mí. Agarré mi traje, revisé mis armas y salí de la cueva.

  Me senté junto a la estatua de León que estaba cerca del banco. Miraba como algunos padres caminaban con sus hijos y me señalaban con alegría. Los pequeños me saludaban, para no quedar mal...les devolvía el saludo.

  Un olor entró a mis fosas nasales, un olor delicioso a decir verdad. Miré desde lejos a dos chicos con tres cajas de pizza. Un disparo me hizo reaccionar miré como tres grupos de ladrones entraban al banco. Al parecer no se dieron cuenta de mi presencia. Entré por la ventana del techo y miraba lo que hacían. Estuve a punto de bajar pero dos adolescentes se acercaron a ellos.

  —Muy bien suelten todo o tendremos que patear traseros.—Dijo el chico azul que al parecer tiene un insecto pegado a su espalda.

— ¡Mátenlos!

Disparaban a los chicos, estos no recibieron ningún balazo, pero los muy imbesiles se escondían detrás de una mesa buscando forma de acabar con ellos. Salí de las sombras causándole susto a los ladrones. Sin piedad, ataqué a cada uno hasta dejarlos inconscientes.

  —¡ Qué vergüenza escarabajo!—dijo el duende verde.—Una chica nos acaba de salvar nuestros traseros.

A decir verdad estos son unos entrometidos ya que lo tenía todo planeado para acabar con los ladrones por mi cuenta. Uno de ellos se acercó a mí con esa mirada seria.

—Teníamos todo bajo control.—dijo entre dientes mientras que la cucaracha gigante azul chillaba algo molesto.

— Ustedes se metieron en donde no les importa.—respondí de mala gana.—Lo tenía planeado para acabar con ellos.

Escuché como uno de los ladrones cargaba su arma y comenzó a disparar desesperadamente con tal de matarnos.  Lancé una de mis batarangs hacia él, haciendo que caiga al suelo.

—¡Chico Bestia!— gritó el chico.

                             ⭐️⭐️⭐️

—¡Quédate quieto!—dije malhumorada.

—¡Estás apretando mi brazo!—se quejó el duende verde.

  Revisaba si la aguja tenía filo,cosía su herida abierta y sellaba lentamente. Me sentía algo incomoda a decir verdad...sabía que él me estaba mirando. Lo miré...me quedé mirándolo a los ojos, no sé, pero sentí algo...una sensación extraña. Rápidamente desvíe la mirada y vendé su herida.

  —¿Qué eres?—este reaccionó a mi pregunta pero me adelanté a sentarme en sus piernas y revisar su rostro.

—Umm,es difícil de explicar.– respondió algo nervioso.

Tocaba su rostro, lo agarraba de la oreja para revisarlo,su cabello verde, hasta su cuerpo formado.Me daba curiosidad sinceramente por su apariencia. No me había percatado que estaba cara a cara con él ya que estaba algo distraída por sus ojos.

—Ojitos brillantes.—rió este al decir eso.— Ya tengo un nombre para ti.

Me levanté de sus piernas lo cuál este parecía avergonzado y se cubría su parte baja.

—Gracias por curar a mi amigo,Batichica.—agradeció el bicho azul.

—¿ Qué eres?— me acerqué para ver su insecto.

—Te aconsejo que no lo toques.—advirtió el chico.—

Con mi dedo rozaba cada parte del insecto lo cuál este ronroneaba. Me pareció curioso también así que froté en el centro donde estaba sus ojos. Ronroneó nuevamente haciendo que sacara un tentáculo pegándolo a mi mejilla.

  —Creo que le agradas.—habló el orejón verde.

—Deberían irse.— espeté mientras tomaba mis cosas.

Salí de ahí, me escondí entre las sombras y observé a los chicos.

  —¿Crees que se haya dado cuenta de mi erección?—preguntó chico bestia mientras se rascaba la nunca.

—No seas pevertido.—respondió.— Vámonos.

   Al parecer mi hermano y yo llegamos al mismo tiempo a la cueva.

  —¿Nada nuevo?—pregunté mientras me quitaba la máscara.

—Nada interesante.—respondió serio como de costumbre.