Duela

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   En la guarida secreta del Joker una pequeña payasita se miraba en el espejo, admirando su hermosa y perfecta cara. Tanta belleza que todos envidiarían a no ser que alguien diga lo contrario y termine totalmente decapitado. La chica miró como la puerta abría lentamente dejando ver a su padre con una sonrisa de orgullo hacia la chica.

—¿Qué te pareció nuestro regalo?—preguntó el Joker con un toque calmado que poca veces usaba.

—¡Genial!—respondió esta que volvió a mirarse en el espejo arreglando el nuevo sombrero.

 —¡Magnífico!—rió este

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—¡Magnífico!—rió este.—¿Sabes cuáles son las intrusiones?
—Eliminar a todos.—pensó por un momento ya que olvidó el detalle importante.—Menos Batman porque papá se enojará.

  La chica con una gran sonrisa fue a la cuidad, mientras paseaba tuvo la brillante idea de lanzar bombas tóxicas que hacían la gente reír, debido a los químicos que contienen, disparaba de un lado a otro matando a cualquier persona.

—¡Titanes!—llamó la chica que mataba niños inocentes.—¡Salgan de su nido!

Al llegar a la calle sin salida encontró a la rubia, estala tomó de la muñeca con fuerza, pues necesitaba saber qué pasó con el cadáver de Natalia.

—¿El cadáver de Batichica?—no sé por qué diablos Terra le preguntaba a una chica con la misma mente distorsionada igual que el Joker.
—Yo que sé.—respondió la chica de cabello verde mientras su dedo tocaba su mejilla pensativa.

—Da igual.—bufó la rubia.—Solo asegúrate traer la cabeza de Robin.
—Ok.—la chica de ojos descoloridos se encogió para darle un buen golpe a su compañera. —Uy, perdón...olvidé cómo las chicas se despiden.

Estaba claro que la chica está loca de remate, probablemente Terra llenaría un barril de tornillos que le hacen falta a la pobre. Esta dio la vuelta en ir de regreso a su espectáculo, un rostro de sorprendido e irá hacia Terra fueron presentes al ver una cicatriz detrás del cuello de la lunática.

—Tendré tu cabeza también.—susurró la traidora.—Maldita perra loca.

   Damian

Observé como Starfire revisaba las heridas de Raven—cosa que fue estúpido de su parte, ya que ella no tiene nada—al irse, me adelanté en entrar. Por alguna razón, siento una extraña sensación al ver que ella esté bien.

—Sé por qué estás aquí.—comentó esta que dejaba un lado el libro.—La causa sobre mi heridas...son las mismas heridas que le hicieron a Natalia

—Estuviste ocultando todo.—me acerqué más a ella con tal de intimidar.—¿¡Por qué!?
—Ella no quería que nadie se enterara.—respondió ella cabizbaja.—Iba a decirte, después de todo eres su hermano.

Gemelos [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora