Maldición y Exilio

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La tensión en el Olimpo era más que evidente.

Pero entre los hijos de Rea las cosas habían disminuido de intensidad porque tanto Zeus y Poseidón fueron obligados a callar por sus otros hermanos.

Pero algo llamó la atención del Dios del mar, sintió un temblor en el campamento de fuerte intensidad pero solo ubicado en la Casa grande, primero pensó que Percy lo había hecho y no el dio mucha importancia porque de seguro fue inconscientemente, Graciela había sido completamente descartada ya que ella siempre reusaba a causar temblores alegando que mientras menos poderes de él usara mejor; pero luego le pareció oír la voz de su hija mencionando su nombre, algo que lo alteró de sobre manera porque ella no decía su nombre a no ser que estuviera en su presencia o la de otro Dios, pero a parte de eso la forma en la que lo dijo, fue como si estuviera en medio de una tortura, como si quisiera que él la salvara y eso ya era suficiente para saber que algo le pasaba a su hija (porque hay que admitir que ella no lo llamaría si no fuera porque se encontraba en graves problemas).

Trató de detener la discusión de sus hermanos que lo habían obligado a callar y él no replicó por tratar de encontrar alguna  explicación para el temblor, pero ahora sus hermanos no hacían caso; el único que parecía también en una fuerte incertidumbre era Zeus, supo que su hija también debió de haber pronunciado su nombre.

Entonces sucedió.

Su hipótesis de que su hija peligraba fue comprobada cuando le llegó la voz de una de sus súbditas.

Mi señor ¡Su hija! - gritó la náyade en su mente, oyó la plegaria con tal claridad que sintió por un momento mareo y debilidad

No le importó nada.

Golpeó su tridente en el suelo y todo el salón tembló, los dioses asustados se callaron y voltearon a ver al dios de los mares convocando una esfera de agua, Hades reparó en los fantasmas y por primera vez se asustó de verlos su hija no mandaría a ellos si es que no fuera algo urgente, pero cuando les iba a preguntar la esfera fue puesta al centro de todos.

Muestrame a mi hija - ordenó el Dios del mar esperando no encontrar nada completamente grave

Pero no fue así.

Su mundo se detuvo.

Las exclamaciones de sorpresa y cólera de las diosas pasaron a un segundo plano para los oídos del Dios.

Su mayor temor estaba sucediendo, lo que quiso evitar alejándose de su hija estaba pasando.

No escuchó como Zeus gritó furioso, o como Hades expulsó su poder en contra de su sobrino, él solo atinó a desaparecer hacia el bosque.

En el bosque...

Se escuchaban las quejas de la hija del Olimpo, el sonido de las cadenas contra el suelo cada vez que ella se agitaba para no darle un fácil acceso a ese repugnante ser que estaba sobre ella tratando de inmovilizarla tirando de sus cadenas pero no le resultaba, la chica no había dado tregua en ningún momento a pesar de tener toda la espalda arañada por el suelo de tanto que se movía.

El hijo de Ares solo había logrado quitarle el polo rompiéndolo con su espada, pero no había podido hacer más, estaba cegado por el deseo y el sentimientos de victoria que le había dado ese momento, poder tenerla a su merced como siempre quiso desde el primer día que la vio en el comedor.

Quedate quieta - ordenó - solo estás alargando esto

Pero la chica no dejó de moverse, es más ya había encontrado una forma de golpearlo con sus codos aunque fuera doloroso para ella, sentía su espalda ardiendo pero no quiso detenerse, la adrenalina del pánico había hecho que en ella se encendiera un tipo de piloto automático, tal vez Xena haciendo de las suyas para evitar que a su nieta entrara en shock.

La reencarnación de Xena ¿Hija de los dioses?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora