Escuchaba a lo lejos un sonido parecido al gemido de un animal o una persona desesperada que estaba gritando con consternación y demasiado dolor, ni siquiera era consciente del lugar en el que me encontraba porque no había nada, solamente oscuridad en la que se escuchaban los chillidos, cuando quise ver de qué se trataba no pude mover ni un musculo, las piernas no me respondían para nada, sentía algunas manos empujándome, tratando de mantenerme quieta.
Al cabo de segundo me di cuenta de que eran mis propios gritos, lo que había escuchado, pero no era muy consciente de lo que pasaba, mis acciones y mis pensamientos no estaban coordinados. Poco después empecé a sentir como mis sentidos regresaban, cuando mi alma salió a la superficie y con ella todos los recuerdos de lo que acaba de suceder, todo el dolor se hizo presente, trataba de patalear para que me soltaran, pero nada removía la consciencia de las personas a mi alrededor, ellos vestían de blanco, me tomo un poco de tiempo y esfuerzo darme cuenta que era doctores, veía como aplicaban sedantes al suero que estaba conectado a mi brazo, pero luchaba con todas mis fuerzas, mis gritos se escuchaban en todo el hospital, lo único que deseaba era que me dejaran en paz, pero no podía ni siquiera articular una oración completa sin gritar y lanzar golpes, en este punto el dolor que sentía controlaba mis acciones, lloraba y me removía en mi cama, porque lo único que en verdad necesitaba era estar junto a él, no obstante era imposible, James había muerto por mi culpa, si tan solo no lo hubiera arrastrado al cambiador, estaríamos a salvo y felices.
Pedazos de recuerdos iban y venían en mi mente, todos de James, quería arrancarme el corazón y no sentir, quería morir, pero la verdad era que solo lo quería a él, cuando me abrazaba todo estaba bien, pero esa paz había desaparecido, mi cabeza se sentía pesada, al igual que mis parpados, trataba de luchar contra los sedantes pero me fue imposible, poco después mis ojos solo lograban ver manchas difusas.
...*...
Lentamente empecé a abrir los ojos, no sé por cuanto tiempo me habían estado administrando sedantes para impedirme sentir, pero al parecer acababa de recuperar la consciencia en el mismo instante en el que mi madre entro a la habitación, el sol estaba brillando en lo alto, por lo que asumí que era otro día, pero ya nada era igual.
- Sé que estas destrozada, querida. Lamento mucho lo que paso con tu novio.
Las lágrimas seguían fluyendo de mí, a pesar de la medicación, pensé que no sentiría pero en mi interior cada segundo que pasaba se sentía como si un puñal se me clavara en el pecho, rompiendo lo poco que quedaba de mí, quería llorar, patalear, quería rogarle a Dios que me lo devolviera porque James era una parte de mí, pero sabía que a estas alturas ya nada se podía hacer, James fue lo mejor que pude tener y ahora, ya no estaba.
De mis ojos las lágrimas no dejaban de brotar y al llorar sentía mucho más dolor en mis heridas pero nada se comparaba con lo sentía en mi corazón. Mi madre me rodeo con sus brazos y a pesar que no quería llorar, simplemente me acurruque en ellos y deje a mis sentimientos escaparse.
Poco tiempo después mi padre entró a la habitación, sentí un dolor en el pecho tan solo al verlo, James admiraba demasiado a mi padre, por lo había logrado en su vida, él también aspiraba a ser General, pero todos esos sueños ya no existían. Sus sueños, deseos y sus pensamientos se marcharon con él. Pensamientos que jamás conoceré, deseos que jamás cumplirá y sueños que nunca se realizaran.
Había tomado una decisión, iba a cumplir uno de aquellos sueños, me convertiría en General, por él, por mí, por nuestro amor, por todo lo que alguna vez creí y porque quería probarme a mí misma que podía levantarme después de esta caída.
- Lo lamento mucho – me dijo, mientras me envolvía en sus brazos.
Acepte su abrazo, pero ya nada era como antes, algo en mí ya no estaba, me sentía vacía y pesada. Papá me tendió una caja, llena de condecoraciones, muchas de ellas debían estar en mi uniforme, pero las habían sacado, había cinco más añadidas y dos cartas.
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Proyecto: Valkyria
Teen FictionIzzel Sullivan ha pasado toda su vida dentro de la academia Militar siendo una de las mejores alumnas de su generación, gracias a esto llegó a ser parte de un grupo selecto de estudiantes conocidos como Brigadieres, quienes tienen el mando de la aca...