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Cuando todos debieron irse mi padre decidió que tenía que hablar conmigo a solas me llevo hasta el segundo piso y salimos al balcón, pero en su rostro se reflejaba preocupación.

Siempre había amado la vista desde este punto de la casa sim embargo por primera vez no pude apreciarla, por el dolor que sentía a ver a mi padre a aquella manera.

- Debo decirte algo, hija. Debes escucharme con atención porque hay demasiado en juego.

Por generaciones los Sullivan nacían con los ojos azules, un azul demasiado claro, algo insípido, comparado con el azul cielo u ojos color ámbar, pero en lo que las demás personas veían frialdad, yo veía en los ojos de mi padre mucho amor y temor al mismo tiempo, tal vez no todos habían nacido con la habilidad para interpretar tanta belleza.

- He sentido que hay mucho peligro en los juegos, pero creo en ti mucho más de lo que cualquier padre lo haría.

Me han pedido que deje mi puesto de general, que me retire, pero... - la voz se le quebró en aquel instante. – no puedo retirarme, tengo muchas deudas, no es nada de lo que debas preocuparte, pero debo seguir trabajando. Los altos mandos se encuentran enojados contigo, debido a que estas expuesta, si a alguno de los chicos se les va la lengua y los demás descubren quien eres, todo nuestro trabajo se ira por la borda.

Pero también estoy seguro que su rencor no es debido a eso, su verdadero enojo es porque esta es la primera vez en la que verdaderamente la academia militar podría dejar de ser invicta, y lo que más les causa indignación es que podría ser frente a unos chicos a quienes definen como artistas, debido a esto he aceptado un trato.

Mi padre respiro hondo, sabía que había meditado todo esto muy bien, no había sido una decisión apresurada, pero si debía ser dura para ponerlo en aquel estado.

Yo era muy consciente de las deudas de mi padre, todas era por mi causa, mi padre se había endeudado debido a mi tratamiento, las múltiples operaciones, los medicamentos y las terapias no caían del cielo. Habían prometido ayudarnos, pero hace tiempo que la ayuda había cesado.

- Si tu equipo pierde, he jurado que me retiraré con la cabeza en alto. Pero no les daré el gusto antes, porque tú siempre has logrado ganar. No es cierto Princesa

Sentí como una carga más fue puesta en mis hombros, por un momento me quedé helada, si yo perdía iba a ser la causante de la caída de unos de los más grandes generales en toda la historia de Nassor.

Mi padre era un hombre alto, su piel era de un tono un poco oscuro, una piel que contrastaba con aquellos ojos, a pesar de su avanzada edad, solo unas pocas canas se asomaban en su cabeza, el resto de su cabello era completamente negro, tan negro como una noche de tormenta.

Estaba segura que iba a darlo todo por él, mi padre siempre dio hasta lo imposible por mí. Le prometí una victoria, haría lo imposible por ganar, nada más importaría.

Papá tenía que irse, el trabajo siempre lo mantenía ocupado, él salió del balcón sentí un poco de tristeza al alejarme de él, pero yo también debía marcharme. Ambos bajamos a la sala y mi corazón dio un vuelco cuando vi a Ross jugando con mis pequeños sobrinos, era un cuadro hermoso, aunque Pan lo jaloneaba para ir a jugar fuera, Sammy lo retenía porque quería jugar a los piratas.

- Niños, dejen a Ross, él debe ir con Issys a la Academia.

- No, importa papá, me adelantaré. Conozco el camino de memoria.

Estaba tomando mi chaqueta, cuando Ross me alcanzó. El tomo su cazadora de cuero y se la puso. Por dos segundos me embobe, al verlo, y cuando reaccione corrí a la cocina a despedirme de mamá y del resto de la familia.

Proyecto: ValkyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora