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Un semestre entero había pasado desde que decidí estudiar Diseño de Moda, fueron los meses más cansados, pero a la vez más libres de mi vida, no había tenido que seguir ordenes de nadie, podía llevar mi cabello como quisiera y más importante que todo, no había tenido que ocultar mi personalidad nunca, podía ser introvertida y friki, podía pensar en mil cosas para mí misma, una vez que aprendí a aceptarme y a mi condición, terminé enamorada de la vida, de mi carrera y de la moda, que se convirtió en una forma de vida para mí.

- Escuche que nuestra profesora de Patronaje es el diablo – al parecer Rochelle estaba preocupada al igual que yo, nosotras éramos las únicas que nunca habíamos manejado una máquina de coser. - también escuche que tres hombres se incorporaron en nuestro curso.

- Dos de ellos son realmente feos. – Al parecer Velika o Vel como decidí llamarla ya estaba enterada de las noticias. – he charlado con ellos en la mañana el primero se llama David, uno de los feos, el segundo es Nelson, pero por alguna extraña razón lo llaman Polo y por ultimo esta Thomas es delgado y realmente alto, parece ser buena persona.

La parte de coser aun no me convencía, pero si bien íbamos a convertirnos en diseñadoras, era una parte fundamental, saber cómo dar vida a tus creaciones. Para Velika que había estudiado la moda desde pequeña debido a que sus padres poseían una de las empresas más grandes en todo el país, era un juego de niños, ella y Karly habían estado en el mismo colegio así que ambas dominaban todo y finalmente Alena era hija de una de las diseñadoras más renombradas de la nación y comparado con eso yo pues era un cero a la izquierda.

Cuando llegamos al taller de confección nos sentíamos en otro mundo, todo era diferente, había columnas y columnas de máquinas de coser que jamás había visto. Una señora con cabello muy corto y claramente pintado de castaño claro se hallaba en medio de la sala, no era tan alta, a lo mucho debía medir metro cincuenta y siete pero su presencia se imponía en toda la sala.

- Soy la Diseñadora Úrsula Hidalgo y seré clara y simplemente les diré que de hoy en adelante me convertiré en su peor pesadilla. – sentía como un frio helado recorrió mi espina dorsal cuando una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

No tenía idea de cómo la programación o la buena puntería con un fusil me sacarían de esta, pero al parecer Velika tenía un plan, porque una picara mirada destellos en sus ojos y su boca se amplió en una gran sonrisa.

La diseñadora empezó a impartir la clase mientras que Velika empezó con pequeñas acotaciones y termino casi dando la clase, mientras más hablaba más me convencía y la sentía como si ella fuera una enciclopedia humana, la diseñadora quedó encantada con Velika y su conocimiento. Obviamente sabia como algunas cosas que decía estaba mal, pero las decía con tanto encanto y firmeza que terminaba creyéndole, aunque mis instintos no lo hacían.

La había conocido hace poco tiempo, pero jamás en su faceta de habladora, estaba segura que esta chica podría vender un café en el desierto con toda la facilidad del mundo.

Cuando la clase terminó Velika había domado a la profesora, no tenía idea de cómo la amábamos.

- Saben la verdad tengo mucha hambre. - bramó. - y ya que he domado a la bestia creo que sería muy justo que alguien me invitara a comer.

Sentí su olor mucho antes de escuchar su voz, no tenía ni idea de cómo era posible, o porque lo hacía, pero estaba segura que era el mismo olor de James. Tenía claro que Ross lo hacía sin intención, él ni siquiera llego a conocerlo. Cada vez era menos doloroso recordarlo, estaba segura que algún día lo recordaría con una sonrisa en mi rostro sin sentir dolor.

Proyecto: ValkyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora