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Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz lo vi. Aquellos malditos ojos, aquella maldita persona, iba a matarlo, si era necesario, el entrenador Roots estaba parado frente a mi puerta con una sonrisa triunfante en su rostro.

Tome el arma y apunte entre sus cejas, en un solo disparo lo acabaría.

- Me da mucho gusto verla señorita Sullivan. – sus palabras salían como veneno.

- ¡Baje el arma! – gritaban algunos militares.

Pero no iba a hacer caso, regrese mi vista a ellos, eran apenas tenientes, Mayores y uno que otro capitán, con muchos soldados y sargentos, a todos y cada uno de dedique una mirada de asco y odio.

- Tenemos el blanco a la vista mi Capitán, ¿Qué hacemos ahora?

Al parecer alguien había admitido a esta escoria y lo habían ascendido. Sentía como en mis labios se dibujaba una sonrisa, una diabólica y sangrienta sonrisa.

- Se han atrevido a atacar la casa de un General – mi padre había vuelto, su voz era tranquila, pero sentía sus ganas de matarlos a todos.

La mirada de los hombres, se deslizo hacia mi padre, y empezaron a petrificarse.

- Tenemos que llevarnos a Izzel Sullivan, ha habido interferencias en la coraza, teníamos que hacer lo necesario para llevarla. Su informe dice que es altamente peligrosa, al igual que toda su familia. En el informe nunca menciona que su padre es usted mi General. – gritó uno de los capitanes.

Sentía como mi padre le clavaba la mirada a Roots, mientras este estaba a punto de estallar en carcajadas.

- Han atracado mi casa, han intentado secuestrar a mi hija adoptiva, han herido a mi esposa y han matado a un miembro de mi familia.

La ira en la voz de mi padre era tan profunda y real, pero él no se mostraría débil ante nada ni nadie. Esta escoria pagaría y lo haría de la peor forma.

- Si preguntan por mi hija Izzel Sullivan, en los registros está claro que ella murió hace dos años, asesinada por su instructor. – los ojos de los hombres se expandieron, pero era verdad yo estaba muerta para todos aquellos fuera de la academia.

Las sirenas sonaron, en menos de nada el escuadrón de mi padre, estaba tomando bajo arresto a nuestros agresores, Roots fue detenido de una vez pero mi padre aún tenía una duda en su cabeza, ¿Qué idiota había permitido a Roots enlistarse una vez más?

Cuando entré, vi mucha sangre, yo sola le había disparado a más de la mitad de nuestros agresores, no mate a nadie puesto que mi padre siempre me enseñó a disparar en las extremidades. Me sentía muy culpable ahora pero no me arrepentía, ellos habían herido a alguien de mi familia, sentía mucho temor mientras lentamente me acercaba a la cocina, mi tía Anna estaba llorando desconsoladamente mientras tío Alfred trataba de calmarla, la desesperación se extendió por mi pecho, no había visto a Ross desde la pelea y mi corazón empezó a acelerarse, porque en mi mente el peor escenario se repetía una y otra vez, lagrimas corrían por mis mejillas. Tenía que entrar a ver si era él quien yacía muerto en el suelo, pero mis pies no podían moverse, si era él estaba a punto de morirme porque no podía perderle, simplemente no podía.

Cuando entre el cuerpo de un hombre dormía boca abajo en la cocina, mi padre se había llevado a mi sobrino y a mi madre. La persona que estaba en el suelo, era un poco robusta, canas blancas teñían su cabello y sus manos estaban un poco arrugadas por el trabajo. Tío Jorge, no se movía.

Primero sentí un escalofrío y después un profundo dolor se instaló en mi pecho, sentía que quería llorar, pero las lágrimas no salían, sentía un gran nudo en mi garganta, él era de las pocas personas que me quería realmente y resulto muerto por mi culpa, él era la segunda persona que moría por mi culpa. La muerte de Tío Jorge estaba clavada en mi mente, mientras mas tiempo pasaba, mas se extendía el dolor. 

Proyecto: ValkyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora