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Fuegos pirotécnicos escaparon de la meta, la calidez atravesó mi corazón, al fin conseguimos la gloria. Después de tantos obstáculos, no tenía palabras para describir, lo que sentía era una mezcla de euforia, exaltación, confusión, gratitud, sorpresa, etc... no era como nada que haya sentido antes. Pero a pesar de todo había algo que me tiraba hacia la realidad, mi salud o mejor dicho la falta de esta, después de haber experimentado toda aquella emoción por la adrenalina del momento empecé a sentir mi consciencia ir y venir. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí tirada. Unos segundos, unos minutos, algunas horas. Acaso ¿alguien vendría por mí?

Seño.... ta ...pe.... – Valkyria trataba de hablarme, pero algo se lo impedía.

No le di importancia, porque el dolor de mi cuerpo estaba sobrepasándome, quería llorar, patalear y apagar el dolor, pero simplemente me era imposible, mi único consuelo era saber que mi padre debía estar siendo liberado.

De vez en cuando sentía, punzadas de dolor, pero si me mantenía tan quieta como una estatua, el dolor menguaba, dejando libres mis pensamientos donde lograba imaginar que todo lo que estaba viviendo era solo un mal sueño. Pronto empecé a sentir demasiado frío en mi cuerpo, no obstante, si empezaba a titiritar, el dolor me envolvería una vez más.

Di un respingo debido a una pesadilla o un delirio, pero fue un gran error, aquel leve movimiento hizo que un punzante escalofrió me recorriera completamente, volví a la conciencia inmediatamente porque el dolor que cruzó por mi cuerpo fue desgarrador, sentía las manos de alguien envolviéndose en mi cuerpo. Quise chillar, pero ni siquiera estaba segura de tener voz y a aun si la tuviera, la fuerza de mi cuerpo era nula.

Escuchaba voces, pero no entendía nada, decidí dejarme sumergir en un sueño profundo, no quería más dolor, este era un final feliz, si no lo fuera ¿acaso tendría una sonrisa en mi rostro? El dolor simplemente fue un pequeño precio a pagar.

...

Despertar confundida y sin tener idea de lo sucedido era prácticamente una de mis habilidades o era una horrible debilidad, no importaba. El cuarto en el que me encontraba era blanco, todo en él, el techo, el piso, las paredes, incluso las cortinas. No reconocí el lugar, pero en la breve inspección que hice a mi alrededor noté la luz del sol que se colaba por la ventana, al parecer estaba amaneciendo ya. La confusión se fue desvaneciendo dando paso a todos los abrumadores recuerdos.

Era claro que me encontraba en el hospital, a mi lado yacía un suero y una intravenosa en mi brazo. Trate de moverme, pero a pesar de la medicación que debían estar inyectándome, aun tenia pequeñas punzadas en el cuerpo.

La puerta se abrió de repente y una hermosa figura que reconocía de pies a cabeza apareció, Ross llevaba el cabello despeinado, se veía hecho un asco, incluso uno de sus botones se encontraba mal abrochado, sus parpados tenían un leve tono rosáceo y estaban hinchados, había estado llorando. Aun así, sentí mi corazón hincharse de alegría al verlo.

- Ross. – dije, antes de quedarme sin palabras.

Al darse cuenta que había recuperado la consciencia Ross, se acercó lentamente hacia mí, parecía que simplemente no podía creerlo.

Extendí mi brazo bueno en su dirección, quería sentirlo, su piel, su calor, deseaba cerciorarme que esto no sea un sueño.

Lentamente se arrodillo a un costado de mi cama, tomo mi mano entre las suyas y empezó a sollozar, mientras besaba mi mano con tanto cariño que me rompió el corazón.

La desesperación que lograba escuchar en su llanto era autentica, sus sollozos golpeaban mi corazón, me culpaba por hacerle pasar por esto. Por primera vez mi Ross se veía frágil y delicado, un lado de nunca había visto de él. Otra cualidad que atesorar. No quise interrumpir este momento, porque el parecía estar haciéndose a la idea de tenerme, pasaron minutos hasta que él se compuso.

Proyecto: ValkyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora