En otra parte en la misma ciudad:
Una casa enorme, algo sucia y descuidada, un chico de baja estatura salía por la puerta con una enorme bolsa de basura y con cara de querer asesinar a todo el mundo.
El chico se llamaba Frank, de apellido Iero según le había dicho la asistente social.
Vivía en una casa de acogida donde había más chicos y chicas en su misma situación.
Según le habían contado, sus padres están bajo tierra, como los de otros muchos de esa casa. No sentía pena, no sentía nada hacia esos desconocidos, por eso, porque ni los conocía.
Tiró la enorme bolsa al contenedor y volvió a entrar a la casa.
El ruido que formaban los niños y niñas allí era demasiado, pero él ya estaba acostumbrado.
La casa estaba patas arriba, y los demás no ayudaban tirando basura al suelo.
La señora que se encargaba de cuidarles (o al menos de poner orden) no hacía nada más que leer una revista de cotilleos con los auriculares puestos a todo volumen. Ese era el panorama.
Subió las escaleras y pasó por todas las habitaciones hasta llegar a la suya, la cual compartía con cinco chicos más.
Uno de ellos se encontraba en su litera, leyendo un cómic que seguramente habrá robado de una tienda.
No se llevaba muy bien con él, pero era lo más parecido a un amigo que tenía.
–¿qué lees?– le preguntó sentándose en su propia cama. El chico apartó un momento la vista del tebeo para mirarle, aunque luego la volvió a desviar.
–Spiderman.– respondió con voz monótona.
–¿y de qué va?– preguntó de nuevo, más bien para sacar tema.
–de Albert Ainstain aprendiendo a bailar la danza del vientre... no te jode.– la ironía era parte de su relación de amigos. Frank rió.
–bien, vale, lo pillo.– suspiró el castaño mordiéndose el piercing que tenía situado en su labio inferior.
–es que haces unas preguntas...– rió el chico cerrando el cómic y enderezándose.– ¿a dónde habías ido?– preguntó.
–a pasear en mi ferrari con mi novia modelo.– respondió con sarcasmo. El chico rió.
–no seas vengativo.
–bueno. He ido a sacar la basura.– respondió con normalidad.
–eso es mentira, la señora Growngry sigue ahí abajo.– rió de nuevo el chico refiriéndose a la vieja mujer que "cuidaba" de todos. Frank soltó una carcajada.
–no seas gilipollas Pete, si nos oye nos manda a cocinar y a limpiar.– dijo Frank al tal Pete.
–esa no se entera de nada.– dijo Pete tirando el cómic a un lado de la cama.– ¿participas en el sorteo?– preguntó de repente.
–¿sorteo? ¿Qué sorteo?– preguntó Frank confundido.
–tío, el sorteo... ¿tan ensimismado estás en tu triste vida que no te has enterado?– preguntó el moreno chico con una sonrisa.– qué pringado.
–¿me vas a insultar o me vas a decir de qué va esa mierda?– preguntó el castaño.
–a ver, la vieja esta...– comenzó a decir refiriéndose a la señora Growngry.– está metida en problemas porque no recibimos una educación adecuada... ya sabes, lo de ir al instituto y esas mierdas de empollones... total, que le han llamado la atención y quiere enviarnos a dos de nosotros a estudiar en "la mejor escuela de toda la ciudad" para que así no la despidan y pueda seguir cobrando el dinero que se supone que es para nuestra educación.– explicó.
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Insignificant.
FanfictionOtra vieja historia cliché. O quizás no tanto. [Frerard/Camren] Para Lauren Jauregui, mudarse junto a su nuevo padrastro fue una verdadera tortura. Sabía que el matrimonio de su madre fue por pura conveniencia, y es que Donald Way y sus dos hijos er...