Claustrophobia.

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Aquel Jueves, Camila iría a devolver el libro a la biblioteca.

"La vida de Adèle", aquel libro que nunca debió coger prestado, lo odiaba, lo odiaba porque le había encantado. Se lo había leído más de tres veces.

No sabía dónde se había metido Frank, y poco le importaba, ahora lo único que importaba era que nadie la viera con aquel libro.

Para disimular, le había puesto una tapadera, una carcasa de otro libro, como por ejemplo Percy Jackson y el ladrón del rayo. Oh si, muy lista...

Aquel día le dio por utilizar el ascensor para subir al tercer piso donde estaba situada la biblioteca, con lo que no contaba, era con que Lauren también estaba allí.

Se metieron juntas en el estrecho cubículo sin dirigirse ni una palabra, ni una mirada.

Las puertas del ascensor se cerraron, y este comenzó a subir.

–Percy Jackson, ¿Eh?– Lauren rompió el incómodo silencio preguntándole por el libro.

–Si.– Contestó la morena cortante.

–Es un buen libro.– Intentó seguir la conversación.

–Lo sé.– Volvió a contestar con el mismo tono.

La pelinegra iba a seguir preguntando, pero fue interrumpida... el ascensor se había parado, y las luces se habían apagado.

–¿Qué ha pasado?– Preguntó la morena nerviosa.

–¿No es obvio? Este cacharro se ha parado.– Dijo Lauren golpeando la puerta con rabia.– Creía que lo habían arreglado el año pasado.

–Joder no...

–Joder si. Menuda mierda.– Lauren sacó su móvil para llamar a Mikey o a Gerard, mientras Camila se sentaba para no perder los nervios.

Pero no había cobertura, y Camila empezaba a respirar agitadamente con los ojos cerrados, por no decir que sus uñas estaban clavadas en sus brazos y empezaba a balancearse.

–Oye, ¿Tienes claustrofobia?– Le preguntó la pelinegra, aunque eso era bastante obvio.

–Le tengo pánico a quedarme encerrada en sitios pequeños... así que sí, es obvio que tengo claustrofobia.– Le gritó la morena. Estaba nerviosa, alterada y asustada...

–Tranquilízate, intento contactar con alguien.– Lauren seguía buscando una ralla de cobertura aunque sea, pero era complicado estando en un sitio cerrado y oscuro.–¡Tengo una ralla!– Gritó. Rápidamente marcó el móvil de Gerard.

–Vamos a morir...– Murmuró la morena dejándose llevar por el pánico.

–No vamos a morir aviso a Gerard y llamará a los técnicos.– La tranquilizaba la pelinegra.

–¡Deja de gritarme!– Gritó Camila con lágrimas en los ojos.

–Pero si no estoy gritando.– Se quejó Lauren.– A ver, tranquilidad, mente fría...– Y de repente, contestaron por la otra línea.– ¡Gerard!– Gritó sobresaltando a Camila.– Estoy encerrada en el ascensor del instituto...– Por la otra línea se escuchaba a Gerard hablando.– Sí, estoy bien, sólo avisa a algún profesor y dile que llame al técnico.– El chico pareció acceder, y Lauren pudo colgar su móvil antes de quedarse sin cobertura de nuevo. Miró a la morena y le hizo un gesto con la mano como diciendo que todo va bien.– Ya está, ahora queda esperar y estar tranquilas...

–No puedo, no puedo...

–¡Tranquilízate joder!– Ahora sí que le había gritado. La pelinegra se sentó al lado de la chica y le apartó las manos de sus brazos.– No te dejes llevar por el pánico, mírame y háblame.– Camila la miraba aún con la respiración agitada.

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