Bad guy, sweet boy.

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Frank llegó al instituto andando. Ayer todo fue de mal en peor en la casa, al llegar un poco más tarde de lo planeado porque a Camila le dio por ir por el camino largo.
La señora Growngry les castigó obligándoles a levantarse más temprano e ir ellos caminando bajo la lluvia.

–maldita vieja bruja...– murmuró el castaño entrando al edificio. A demás de estar empapados, llegaban tarde.

Su camiseta favorita de "The Misfits" estaba demasiado mojada, al igual que sus pantalones rotos. Y el vestido de la morena andaba igual.

–oh mierda, ¿cómo vamos a entrar así a clases?– preguntó Camila estrujando el vestido para que se secara más rápido.

–la pregunta aquí es: ¿cómo vamos a pasar el día empapados? Nos vamos a resfriar.– se quejó Frank sacudiéndose el pelo.

–no seas mariquita.– se burló Camila.– sobreviviremos, siempre lo hacemos.

–al menos... vamos a los baños a usar el secador de manos.– sugirió Frank.

–por primera vez en tu vida has sido útil.– se burló la morena.– si tardo mucho espérame fuera.– dijo, para luego dirigirse a los baños de las chicas.

Frank hizo lo mismo (hacia el baño de los chicos)

[...]

No se sentía orgulloso de estar semi desnudo en un baño de un instituto pijo. Pero la camiseta no se iba a secar sola.

Mientras sujetaba la camiseta debajo del chorro de aire caliente del seca-manos, se miraba en el espejo los tatuajes que tenía y pensaba en los que se haría en un futuro. Los huecos en blanco que había en su piel le ponían nervioso.

Su pelo estaba húmedo aún, y sus converse se habían estropeado al haber pisado un enorme charco.

Con el ruido del secador, no se había percatado de las voces que venían del pasillo, ni del sonido de la puerta del baño abriéndose. Seguía tarareando una canción random y secando la camiseta.

–anda, ¿a quién tenemos aquí?– preguntó uno de los chicos, sobresaltando a Frank. Ahora sí que quería desaparecer... estaba semi desnudo delante de tres chicos (bastante guapos a decir verdad) con sonrisas arrogantes.– es un Hobbit punk.– rió el chico rubio con chaqueta del equipo de fútbol del instituto.

Los miró a todos a los ojos, se dijo a sí mismo que no tenía nada que perder y... les sonrió pícaramente.

–es un halago, pero no me van los deportistas.– contestó Frank. El rubio puso cara de asco en cuanto vio al castaño lamerse el piercing del labio inferior, aunque los otros dos lo miraban con una ceja arqueada.

–vas de chico malo, oh, qué adorable.– habló uno de los otros chicos. Su cabello negro peinado hacia atrás, sus ojos verdes tan profundos, y sus rasgos algo afeminados llamaban mucho la atención.– pero mírate, ¿qué pintas tú en este instituto?– rió al ver sus pintas. Daba vueltas al rededor del castaño como si de un cuervo se tratase, observándole de arriba a abajo.
De un golpe, apagó el secador de manos.

–eso no ha sido muy amable de tu parte.– le dijo Frank, aunque sus nervios se notaban demasiado.

–¿quién ha dicho que lo íbamos a ser?– preguntó el otro chico.

–mejor me voy.– dijo el castaño al recordar que no podía meterse en problemas. Se puso la camiseta húmeda y caminó hacia la puerta.

Pero se lo impidieron poniéndose en medio. Aquel chico rubio era muy pesado.

–no tengo tiempo para esto.– murmuró Frank.

–a nadie le importa.– dijo el pelinegro sonriéndole.– dime, ¿de qué comedor social te has escapado?– preguntó haciendo reír a sus amigos, burlándose de las pintas de mendigo que tenía el castaño.
Frank estaba callado, intentando no partirle esa bonita cara de niña.
Ese chico se acercó a él, agarrándole del cuello de la húmeda camiseta, haciendo que Frank se pusiera de puntillas. Estaban cara a cara, aunque no de una bonita forma. Parecía que iba a haber pelea y Frank no podía hacer nada, no podría devolverle los golpes aunque quisiera porque se metería en más problemas con la vieja Growngry y sería expulsado del instituto, y para colmo, de la casa de acogida.

Insignificant. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora