Gnomeo and Jamlet

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–La prueba, la prueba, Frank, ¡La prueba!– Jamia le repetía aquello cien veces en sólo una milésima de segundo.

Y sí, por fin había llegado el esperado día, bueno, esperado para Jamia, porque a Frank poco le apetecía volver a pisar el decorado del club de teatro, de nuevo recordando el careto del maldito Gerard, esta vez era una bonita imagen del pelinegro riéndose, afectado por el porro que se fumó entre bambalinas.

–Mierda.– Gruñó sacudiendo la cabeza para despejar la mente de una vez por todas.
Y es que, tal y como Gerard le había ignorado desde su encontronazo en el ascensor, para no pensar en él.
Ese hijo de puta era muy listo, creyendo que así se solucionará todo esto, fingiendo que no tienen que trabajar juntos...

–¡Frank!– El grito de su amiga le hizo caer de nuevo a la tierra. Se había perdido en su cabeza, tanto que ni había estado escuchando a la pelinegra hablar y hablar sin parar.– Macho, que estás empanado.– Estaban parados delante de la puerta principal del salón de actos.– ¿Dónde tienes la cabeza?– Si Jamia supiera.– Venga, ayúdame leyendo las frases de Romeo.– Le entregó el guión (imprimido por ella). Frank la miró extrañado.

–¿En serio?– Preguntó. Jamia rodó los ojos.

–No me seas maricona.– La chica abrió la puerta para dejarle paso a "miss Iero" antes.
El chico rodó los ojos y caminó hacia adentro del lugar.

Tal y como lo recordaba, oscuro, algo sucio, lleno de sillas mal colocadas y un escenario cutre aunque algo grande para la cutrez del lugar donde se encontraban.
A su amiga parecía entusiasmarle aquel olor a humedad y toda la sala en sí, como si fuera un paraíso.

Para él más bien era una pesadilla.

Dirigió su vista hacia el frente, donde se escuchaban murmullos detrás del telón rojo lleno de polvo.

–Nadie se ha presentado, admitidlo, estamos jodidos.– Se escuchó una voz femenina algo desesperada venir de entre bastidores. Al caminar un poco más allá, se encontraron con el que parecía ser el grupo de teatro, sentados en unas cajas apiladas en una esquina del oscuro lugar.

–Ya os lo dije, la gente está perdiendo el interés por estas cosas.– Habló, esta vez, una voz masculina.

–Joder Mikey, tú sí que sabes ser optimista.– Dijo otro de ellos.

Jamia y Frank se miraron, ambos asintieron sabiendo que pensaban lo mismo aunque la poca luz que había no les dejara verse bien las caras.
Comenzaron a caminar con lentitud hacia el grupo, quienes eran los que tenían unas cuantas velas y unas linternas de colores a su alrededor.

Jamia carraspeó para llamar la atención, consiguiéndolo casi al instante. Al ver sus caras, comprendió que creyeron que un profesor les había pillado fumando cosas no legales.

–¡Néstor!– Exclamó la pelinegra levantándose de golpe con alivio en su tono de voz.

–Ballato...– Murmuró con desgana la chica, mirando a Lindsey directamente a los ojos.

–Me alegra verte de nuevo por aquí...– La pelinegra se dirigía a ella con un tono dulce y tierno, o al menos eso captó Frank mientras miraba la conversación desde un segundo plano.

–Sabes para qué vengo.– Contestó Jamia apartando la mirada hacia el suelo para moverse de un lado a otro.

Su amiga utilizaba esa táctica vacilante en ocasiones para ocultar su nerviosismo. O eso notaba Frank desde un segundo plano.

–Será genial verte actuar de nuevo.– Con la poca luz que había, podía verse la sonrisa de Lindsey.

Y el sonrojo de Jamia.

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