"make me numb kill the pain heal my scars & make me sane"
Gerard despertó algo tarde, y con tarde quiere decir a las 12:30 de un lunes.
Y pensar que quería ir hoy a clases... já, no se lo creía ni él.Después de una semana de "vacaciones personales" ya tocaba volver al instituto.
Se duchó, se vistió y se preparó el desayuno tranquilamente. Le daba tiempo a ir a clases extraescolares, a demás, que ya era hora de seguir ayudando a ese chico con el que trabajaba en la canción.
***
¿Por qué la hora se le hacía interminable?
Era como si el reloj fuera mil veces ralentizado.
El profesor parloteaba sin parar sobre el hábitat de los pingüinos o algo parecido, y fuera no había nada con lo que distraerse hasta terminar la clase.
–Señor Iero, ¿está prestando atención?– Escuchó que le preguntaba el profesor. Reaccionó dejando de mirar por la ventana y parpadeó un par de veces para espabilarse.
–Claro...– Mintió. No sabía si estaba en ciencias, biología, matemáticas o en defensa contra las artes oscuras.
–Entonces no le importará resumir lo que he explicado.– Dijo el profesor apoyándose en su mesa y cruzándose de brazos.
–Em... todos los pingüinos residen en el hemisferio sur, algunos viven en gruesas capas de hielo porque el clima es excesivamente frío.– Murmuró. Al menos, le dio una buena lección al profesor, ese tema se lo había estudiado por error y le había servido para algo.
–Bien... muy bien.– El profesor se aclaró la garganta.– Seguimos...– Y comenzó a explicar de nuevo, dejando vía libre a Frank par volver a su propio mundo.
***
Su "semana de vacaciones personales" consistía en una tortuosa serie de visitas al psicólogo. Como todos los años desde que murió su madre, una semana la dedicaba únicamente a acudir a terapia.
Habían vuelto las pastillas y la medicación contra el estrés, los ataques de ira, la depresión y la ansiedad. Lo tenía todo, estaba completito.
Cada vez que pensaba que iba mejorando... ¡bam! Cae otra vez en depresión, de nuevo vuelven los recuerdos y las heridas del pasado que aún no han cicatrizado del todo. Era duro.
Pero ahora tocaba volver a la rutina, tener que aguantar a todo el mundo, sobre todo al pesado de su compañero, Frank.
***
Jamás se había alegrado tanto de escuchar el "ring" que indicaba el final de una clase. Era música celestial para sus oídos.
Recogió sus cosas a la velocidad de la luz, se despidió de Jamia con un beso en la mejilla, y corrió por los pasillos para llegar al aula de música.
Angy le recibió con los brazos abiertos, tal y como lo hacía siempre.
Había algunos chicos sentados en las mesas, tocando instrumentos, cantando, o simplemente escuchando lo que los demás tenían que compartir.
Era una especie de comuna y eso le encantaba.Pero de nuevo, Gerard Way no estaba allí. Ausente, como el resto de los anteriores días.
Si alguna vez volvía a ver a ese impresentable, le cantaría las cuarenta por haberle dejado solo escribiendo la maldita canción. Por suerte, aún le quedaba Matt.
[...]
Después de escribir y borrar en la hoja unas cuantas veces, se rindió al comprender que él solo, escribiendo y pensado letras de canciones, era un caso perdido.
La puerta del aula se abrió, dejando paso a un pelinegro que bien conocía.
Frank se le quedó mirando como si por dentro no se alegrara infinitamente de verle. ¿Era él o estaba más atractivo que antes?
Quería gritarle, quería hacer que se comiera el papel con la canción y quería romperle la guitarra en la cabeza. Estaba dispuesto a echarle una bronca... pero a medida que se acercaba a la mesa donde él estaba sentado, el falso enfado se fue disipando hasta no quedar ni una chispa de él.
La rabia se había esfumado. Así, por las buenas.
–Hola.– Le saludó sentándose a su lado. Frank no paraba de mirarle de arriba a abajo sin expresión en el rostro.
Cara de lunes.
–¿Has avanzado?– Le preguntó el pelinegro cogiendo el papel de la canción. Miró a Frank esperando una respuesta, o al menos una señal de que seguía vivo y de que aún corría sangre por sus venas.
Lo que no se esperaba, era que el castaño se lanzara a abrazarle.
Ni siquiera Frank se lo esperaba, simplemente... tenía ganas y lo hizo.
–Me alegro de que hayas vuelto.– Murmuró sin separarse del pelinegro. Necesitaba aquel abrazo. Ni sabía por qué, ni le importaba el por qué.
–Eh... Frank, ¿Qué diablos haces?– Preguntó Gerard un poco muy sorprendido. Estaba descolocado, ¿acaso el raro de Frank le estaba abrazando y diciendo que se alegraba de que hubiera vuelto? ¿Qué estaba pasando?
–Lo siento, yo...– Murmuró separándose. Había sido un momento de debilidad máxima.
–Olvídalo, ya estoy de vuelta para trabajar en esa birria de canción que tienes ahí.– Se metió un poco con la canción para hacer las cosas menos incómodas... o al menos volver a ponerlas en su sitio.
–No he avanzado casi nada, porque no estabas aquí para ayudarme y Ma...– Oh joder, estaba apunto de cagarla. Gerard le miraba con una ceja arqueada.– Ma... ría, que es la perrita de mi amiga...
–Vale, vale, no me cuentes tu vida ni la de la perra de tu amiga, hemos venido a trabajar, ¿no?– Preguntó. Frank asintió sonriendo de lado.
Al fin, el maldito, irritante y tocapelotas de Gerard había vuelto.
Y por dios, cómo se alegraba.***
Lauren se despidió de Melanie a la salida del instituto para después, dirigirse a casa.
Por el camino, pensaba seriamente en los rumores que se habían extendido estas últimas semanas, como por ejemplo el de su "bisexualidad", el de su "relación" con la vagabunda de Camila, el de la adicción de sus hermanos a sustancias tóxicas... y esos sólo eran los primeros de una larga lista.
Por suerte, ella controlaba bien esos temas, sabía cuándo desmentirlos y cuándo era mejor que continuaran circulando... podría desmentir el de sus hermanos, pero los demás...
¿por qué no dejarlos circular un poco más?

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Insignificant.
FanfictionOtra vieja historia cliché. O quizás no tanto. [Frerard/Camren] Para Lauren Jauregui, mudarse junto a su nuevo padrastro fue una verdadera tortura. Sabía que el matrimonio de su madre fue por pura conveniencia, y es que Donald Way y sus dos hijos er...