LONDRES, INGLATERRA. — JUNIO.
—OH, date prisa Val, quiero que lo veas. Necesito tu opinión.
Solo había puesto un pie en el interior del restaurante cuando la voz de mi mejor amiga viajó hasta a mí. Por la urgencia que transmitía cualquier persona se imaginaría que era una emergencia, como si alguien hubiera tenido un accidente y necesitara RCP, o como mínimo hielo para un golpe. Sin embargo, conocía lo suficiente a Rosé y en específico ese tono malicioso de voz como para saber que se trataba de un chico, lo más probable es que fuese su nueva conquista. Llegué hasta la barra de cerezo oscuro dejando mi bolso sobre él. Rosé estaba sentada en el borde de una de las sillas, con un brillo impaciente en sus ojos. Al mismo tiempo lanzaba miradas furtivas sobre su hombro. Ella no sabía disimular.
Con pisadas suaves me acerqué a ella.
—¿Quién es?
Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios mientras señaló con el dedo índice al único chico que estaba sentado en uno de los sofás de cuero del bar. Su repentina timidez me tomó por sorpresa y me descolocó, es una actitud que no tenía nada que ver con su personalidad avasallante.
No conocía a nadie con tanta autoestima y confianza como Rosé. Era delgada y con curvas pronunciadas en todas las zonas correctas y con su metro setentaicinco, tenía unas piernas de envidia. Su piel oliva, sus ojos rasgados y avellanas combinados con su pelo castaño la convertían en un combo muy, pero muy exótico. Incluso las revistas y las casas de moda la buscaban, aparecía en vallas publicitarias desde niña. Como si todo eso fuera poco tenía una mezcla de actitudes entre encantadora e impertinente. Rosé es de esas pocas personas que llegaba a un lugar e inmediatamente la atención se posaba sobre ella. Era guapísima. Era la niña mimada de Londres.
—De lejos se ve lindo —dije. Porque bueno, tenía que aceptar que a pesar de la distancia que nos separaba podía notar que el chico tenía lo suyo.
—¿Y? —presionó.
Dudé un momento.
—Nueve —dije con una mueca.
Aún me seguía incomodando darles un puntaje a los chicos como si fueran cachorros en un concurso, pero me reconfortaba el pensar que ellos seguramente hacían lo mismo con nosotras de una forma menos sutil y desde que Rosé se había interesado en el género masculino me obligaba a darle un porcentaje a sus posibles candidatos. Era algo fácil teniendo en cuenta que ella tenía un tipo: guapos. Era una total pérdida de tiempo, no es como si ella estuviera interesada en una relación.
Rosé aplaudió emocionada.
—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —confirmó. Dejó de lado su timidez con una sonrisa arrogante. Antes de que tuviera la oportunidad de preguntar qué era lo que sabía, ella se explicó: — Es Marco, ya te he hablado sobre él, ¿verdad? Sí, ya lo he hecho. Te dije que nos reencontramos en la universidad. Entonces él vio una foto en la que estamos juntas en el lago ¿recuerdas? Bueno, esa. Y me preguntó por ti, dijo que eras linda. Me sorprendí totalmente cuando me preguntó cómo era tu forma de ser y le dije, "Todo lo contrario a mí" — ¡Ouch! Eso dolió un poco ya que Rosé era genial, todas las personas querían ser sus amigos. Vio mi expresión y dijo—: A él le pareció bien que no nos parezcamos, su flechazo fue tan duro que estaba dispuesto a ir a Paris para conocerte, pero le dije que no era necesario porque te traería de regreso y ha estado esperando pacientemente todo este tiempo. Tú le diste un nueve ¡Un nueve, Val! Viniendo de ti eso significa algo, sin mencionar que es raro que él busque a una chica. Supongo que eso también significa algo. Si me preguntas creo que los dos son perfectos el uno para el otro... o algo así.
Terminó su monólogo con una emoción que rayaba la euforia. No creo que ni siquiera respiró mientras hablaba, eso explicaría porque el oxígeno no le llagaba al cerebro y solo escupía estupideces.
ESTÁS LEYENDO
ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1
RomanceA veces las heridas son más profundas de lo que imaginamos, vamos por la vida dejando todo atrás... hasta que las secuelas aparecen. Aquí estoy, cerrando el círculo enfermizo en el que seguía atrapada.