ME SORPRENDIÓ que decidiera quedarse conmigo hasta que la lluvia cesó, entonces él tomó mi mano deslizándome sobre el capot hasta quedar sobre mis pies. Sin dudarlo un segundo entrelazó nuestros dedos, hicimos nuestro camino a la parte trasera de la casa. La familiaridad de su tacto fue como un disparador para mi cerebro. Un recuerdo golpeó con fuerza y se desarrolló en cámara lenta. Algo en ese momento se sintió bien. Me detuve de golpe y tiré mi cabeza hacia atrás en una carcajada. Un par de pequeñas gotas de lluvia se filtraron directo en mi boca provocando que me atragantara y comenzara a toser. Aun así, la diversión me llenó por completo. Escuché la risa de Ethan, me encontré con su mirada. Podía deducir que él también lo recordó.
Como si la lluvia hubiera lavado las heridas, después de muchos meses, Ethan y yo nos reímos juntos. Estancados en lo bueno de nuestro pasado.
Estábamos en un restaurante muy lindo comiendo. Ethan me había hablado sobre una película en que los protagonistas se iban sin pagar. Le dije que lo intentáramos, que sería divertido. Teníamos todo planeado y calculado. Cada vez que llegaba un camarero yo sonreía sin poder contenerme, sentía que tenía escrito en mi rostro la travesura que estábamos pensado llevar acabo. Ethan me pedía que dejara de hacerlo porque nos delataba, pero el impulso era más fuerte que yo. Estaba emocionada y nerviosa.
Con él todo era emocionante. Incluidas las mínimas cosas.
Cuando la puerta de entrada quedó despejada era el momento perfecto para salir, pero de los nervios me dieron unas ganas terribles de ir al baño. Ethan me pidió que aguantara, pero insistí y cuando ya estaba en la puerta del baño de mujeres me regresé porque había muchas chicas esperando. Entonces pensé que quizá no íbamos a volver a tener una oportunidad como esa para ser fugitivos.
Vi la camisa negra de Ethan cerca de la entrada y no me detuve a comprobar nada. Caminé directo hacia él tomándolo de la mano. Sentí que puso un poco de resistencia así que tiré más fuerte. La puerta estaba frente a mí. Era el momento. Me tranquilizó un poco que estuviera lloviendo, si alguien se daba cuenta que nos estábamos escapando no saldría detrás de nosotros, a casi nadie le gustaba mojarse. Caminé con convicción de que no estaba haciendo nada malo mientras pasábamos más allá del vigilante de seguridad. Con mi mano bien sujeta en la muñeca de mi novio, sorteamos a una pareja de ancianos, pero mantuve mi objetivo firme. Alejarnos lo más rápido posible del restaurante.
—Maldición, Ethan, date prisa antes que alguien se dé cuenta. —Estaba haciendo fuerza, prácticamente lo estaba arrastrando. Me giré hacía él con el ceño fruncido y justo ahí vi a un chico con toda su ropa empapada. Un chico que no era mi novio. Viéndolo más de cerca me di cuenta que era uno de los clientes. Lo había visto con un grupo numeroso de personas—. Lo siento, te confundí —logré decir conmocionada.
Lo dejé ir. El chico me miró con el ceño fruncido, se notaba que se estaba mordiendo la lengua para no vaciar sobre mí todas las maldiciones que se arremolinaban en su cabeza. Detrás de él, Ethan apenas era capaz de poner un pie frente al otro, su risa no le permitía avanzar con rapidez.
Excavar en el baúl de los recuerdos fue la peor cosa que pude hacer. Era peligroso para mí. Teníamos muchos recuerdos juntos, de los buenos, los que me hicieron suspirar y fueron mi consuelo cuando me dejó sola. Parpadeé dándome cuenta que estábamos frente a una habitación y Ethan tenía la puerta abierta. Invitándome a entrar.
Las sirenas de advertencia empezaron a sonar enloquecidas en mi cabeza. El muro de hielo que había construido se elevó al instante, defendiendo el lugar frío en el que me mantenía segura. Miré fijamente sus ojos que me encantaban. Cuando Ethan me miraba yo simplemente dejaba de existir, pero con el pasar del tiempo se convirtió en un arma sin filo. Así como así, corrí fuera del sueño hipnótico. Todos los buenos recuerdos se esfumaron dándome la oportunidad de pensar con la cabeza fría.
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ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1
RomanceA veces las heridas son más profundas de lo que imaginamos, vamos por la vida dejando todo atrás... hasta que las secuelas aparecen. Aquí estoy, cerrando el círculo enfermizo en el que seguía atrapada.