ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 30

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¿HACERME EL AMOR?

Le disparé una mirada sobre mi hombro. Todo el aire en la habitación se había espesado, sus ojos azules oscurecidos y llenos de deseo. Como era de esperarse, mi cuerpo respondió instintivamente porque realmente estaba necesitada. La sangre corrió a mis senos volviéndolos pesados, me puse rígida cuando sentí la necesidad entre mis partes de chica.

El leve movimiento llamó la atención de Christopher, bajó la mirada y sus ojos llamearon contra la tensión de mis piernas desnudas. Jadeé y su mirada voló hasta mis ojos. Nuestras miradas enredándose, luchando para decidir quién se sentía más caliente. No nos estábamos tocando, pero era tan consciente de la presencia de Christopher que sentía que me quemaba por dentro.

Mi mano seguía en el pomo de la puerta y Christopher la tomó, me giró en redondo con fuerza. El movimiento me tomó por sorpresa y choqué contra su fuerte, fuertísimo pecho y como siempre sucedía, sus brazos me rodearon al instante. Levanté mis manos, pasé mis dedos por su pelo, desordenándolo. Me puse de puntitas, encontró mi boca a mitad de camino, nos saboreamos con apremio. Abrí mi boca para dejarlo entrar. Nuestras lenguas comenzando una guerra.

Estaba tan sumergida en el beso y me preguntaba si el sexo con él sería así de duro, profundo y húmedo. Una estela de electricidad me recorrió cuando sus manos viajaron hasta mi trasero y me alzó como si tuviera el peso de una pluma, enredé mis piernas entorno a su cintura, atrapándolo.

Esta vez nadie nos interrumpiría, los chicos estaban entretenidos viendo una película, aun así, el beso se convirtió en un beso urgido, desesperado y feroz. Queríamos fundirnos el uno con el otro antes de que fuera tarde.

Para mí su boca era como el café, adictivo y caliente, lo bebería a todas horas. Lo bebería por siempre. Sin embargo, ese beso sabía diferente, como si de alguna manera estuviéramos creando un nuevo sabor, solo que esta vez juntos. Mucho más íntimo y sensual.

Sin dejar de besarnos, Christopher nos transportó hasta la cama, mis rodillas golpearon el colchón. No fue lo único que golpeó. El bulto duro en sus pantalones de algodón me hizo recordar que esa vez tendría más. Me froté contra él, impaciente, la excitación aumentando hasta que puso sus manos en mis piernas, deteniéndome.

Rompió el beso y se alejó un par de centímetros. Ambos jadeábamos en busca de aire. Cuando tuve suficiente aire, intenté recortar el espacio entre nosotros en busca de su boca, Christopher se echó hacia atrás.

Lo miré molesta.

—Christopher —reclamé.

No era momento para sus juegos. Lo necesitaba, maldición. Estaba tan excitada que me dolía.

Las comisuras de su boca se elevaron.

—¿Estás segura de esto, nena?

No podía dejar de mirar su boca, no aguantaba. Me incliné hacia adelante por un beso y una vez más, Christopher se echó hacia atrás.

Bien, eso ya no era gracioso.

Me encontré con sus ojos brillantes de diversión por mi prisa.

—¿Me rechazarás de nuevo?

—Nunca te rechacé, quería comportarme como el caballero que crees que soy. Todo este tiempo he tenido una erección malditamente dolorosa, tuve que contenerme para no acariciarte mientras dormías a mi lado porque corría el peligro de explotar y follarte. Pero necesitaba que estuvieras con todos tus sentidos alerta para nuestra primera vez.

Así que por eso no había puesto sus manos sobre mí. 

—Eres lindo.

—No te preocupes, nena. Es evidente que tú tampoco puedes controlarte conmigo.

ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora