EN MI PRIMER año de de preparatoria estuve sugestionada a decidir qué carrera elegiría cursar en la universidad. Mamá quería que estudiara derecho, para ser una abogada, justo como papá. Pero en los últimos meses de escuela todo cambió, tuve muchos altibajos emocionales, un corazón roto y una depresión con la que me costó lidiar y de la que apenas pude salir. Pero para mamá nada de eso tenía relevancia cuando se trataba de mantener buenas calificaciones, así podría entrar en la universidad en la que estudió papá, ni eso podía elegir. Ella brillaba con un orgullo presuntuoso cuando le preguntaban que estudiaría su hija menor.
Hubo un tiempo en el que me imaginé seguir los pasos de papá, cuando era pequeña me gustaba sentarme a su lado mientras hojeaba los expedientes y se preparaba para algún caso, le hacía docenas de preguntas y él las respondía con paciencia. Estuve un poco obsesionada. En ese tiempo era una niña ruidosa, él decía que era muy buena debatiendo y tenía un don para salirme con la mía. Pero lo que mamá no quería aceptar es que solo fue una fase. No podía seguir los pasos de papá. No sabía cómo.
Cuando me gradué me di cuenta que no era lo que quería, hice a un lado mi carta de aceptación y dejé de llorar para averiguar qué hacer con mi vida. Así fue como, junto con Rosé, terminamos en Francia, su padre tenía un apartamento en Paris. Creo que después de todo lo que sucedió ese año, que yo estuviera lejos de casa era el mayor atractivo para mi familia y no protestaron.
De la sala de una corte en la que todo el mundo pensaba que iba a estar, terminé trabajando en un restaurante como chef. No me arrepentía de estudiar el arte culinario. En algún momento quería abrir mi propio restaurante, ser mi propia jefa. Por ahora solo tenía diecinueve y no quería ese tipo de responsabilidad. Antes quería viajar lo más que pudiera, tomar todo lo que el mundo estaba dispuesto a darme, sobretodo, quería disfrutar de lo que tenía en ese momento. Sin arrepentimientos.
Logré cerrar los ojos a primera hora de la mañana, pero a los pocos minutos estaba despierta y en pie. Después de mucho tiempo tenía la leve sensación de sentirme feliz, era capaz de conquistar al mundo con mi buen humor. No sabía con exactitud a qué se debía, pero tenía una leve sospecha ya que las mariposas en mi estómago también se habían despertado conmigo.
Tarareando una melodía que no sabía cuál era, pero que asociaba a una canción que había escuchado en el coche de Christopher, bajé las escaleras y me encontré con mi sobrina que desde temprano estaba sentada frente a la televisión. Me acerqué y me dejé caer a su lado con una enorme sonrisa que ella me devolvió cuando le hice cosquillas en su estómago. Su risa divertida llenó la sala, sorprendiéndome. Guao, desde que regresé no había escuchado que alguien se riera con tanta espontaneidad en casa. Era una locura. Anthea me golpeó accidentalmente con su codo en las costillas. La solté dejándola ir.
Me levanté a medida que le preguntaba:
—¿Quieres algo para desayunar?
Anthea asintió y regresó la vista a los dibujos animados.
Así de sencillo desaparecía para ella.
—¿Qué quieres?
Volvió a asentir sin mirarme. Maldición, se obsesionaba con los programas y ya no prestaba atención a nada. Con ambas manos tomé su cabeza y delicadamente la giré en mi dirección, que se diera cuenta de que estaba ahí haciéndole una pregunta.
—¿Puedes responderme con palabras?
Esa vez fui completamente ignorada. Ella seguía viendo la televisión con el rabillo de sus ojos sin darse cuenta de mi presencia. La solté para que siguiera entreteniéndose con... no tenía la menor idea del programa que estaba viendo, pero supongo que era divertido porque a ella se le escapó una risita encantadora. Era una época en la que o se podía competir con la tecnología por la atención de la mayoría de personas y mucho menos por la atención de una niña.
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ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1
RomanceA veces las heridas son más profundas de lo que imaginamos, vamos por la vida dejando todo atrás... hasta que las secuelas aparecen. Aquí estoy, cerrando el círculo enfermizo en el que seguía atrapada.