ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 32

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ESTABA EN EL LIVING de casa viendo como Anthea abría la caja de chocolates que Ethan trajo para mí. Con ojos pesados por el cansancio y las piernas entumecidas, me dejé caer en el sofá al lado de Christopher, quien estaba inclinado hacia adelante, con los codos apoyados en sus rodillas mientras se estrujaba las manos. Él se había quedado a pesar de no haber dicho ni una sola palabra desde que Ethan se marchara. La ira emanaba de todos sus poros en ondas abrumadoras. Dudaba que fuera solo por encontrarme con Ethan, haberme escapado del ático también tenía algo que ver.

Pegué mi boca en su espalda, en un beso corto antes de recostar mi cabeza.

—¿Estás bien? —preguntó.

A pesar de su enojo, él sonaba preocupado.

Mis ojos revolotearon, cansados.

—Estoy drogada —el cuerpo de Christopher se tensó, me di cuenta tarde que después de lo de Alexa esas eran las palabras incorrectas—. Ayer no podía dormir y tomé unas pastillas, supongo que los efectos no se han pasado del todo —dije mientras cerraba los ojos, descansándolos por un momento.

—Entiendo —fue lo único que dijo Christopher. Podía decir que entendía mal. 

Sinceramente no tenía la energía física ni mental para lidiar con los celos masculinos, pero no podía ser injusta con él. Suspiré.

—Escucha bien porque solo voy a explicarlo una vez —balbuceé acercándome a él para que Anthea no escuchara—. Ethan se apareció aquí sin avisar, me tomó por sorpresa. Sí, es verdad que cuando llegaste parecía que estaba cómoda con él aquí —esperando un beso—, pero en cuanto lo vi le pedí que se fuera. No lo hizo. 

—Eso no es una explicación, es un resumen de la parte menos interesante de la historia.

—Tienes razón.

—¿Sobre qué?

Me iba a hacer decirlo. Tal vez fue porque el efecto de los somníferos o tal vez solo porque no quería que se molestara conmigo por algo que no podía manejar. De cualquier manera, no pude contenerme cuando confesé:

—Es verdad que me fui de tu cama porque me sentía mal, pero también es verdad que hubo mucho de mí huyendo en ese momento.

—No me gusta despertar con el otro lado de la cama vacío después de haber hecho el amor con mi novia. Es malditamente horrible.

Mi corazón empezó a latir absurdamente rápido. Ahí estaba de nuevo, esa palabra, esa jodida palabra agitando todo en mi interior.

¿Estás enamorado de mí Christopher? Es lo que realmente quería preguntar, en cambio dije:

—Estoy acostumbrada a ocuparme de mí.

Christopher me dio la vuelta, quitó un mechón rojizo de mi cara. Esperó en silencio hasta que me encontré con sus ojos.

—No me gusta, pero puedo entenderlo. Lo que no entiendo es que desaparezcas sin decirme nada. ¿Sabes lo preocupado que estuve por ti cuando desperté y no estabas a mi lado? Mierda, me volví loco, nena. Necesito saber que estamos juntos en esto.

Juntos.

Quería eso.

Deslicé mi mano por su torso, se tensó bajo mi toque, pero no me importó, lo abracé. Sentir el calor de su cuerpo era adictivo. La mano de Christopher acarició mi pierna, dijo algo que no pude entender del todo. Luego escuché la risa de Anthea. Abrí los ojos. Lo primero que llamó mi atención es que los dos estaban sentados en el suelo con las piernas cruzadas, Anthea se volvió a él con los ojos brillosos y se rieron juntos. 

ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora