ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 36

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¿CÓMO SE HABÍA ARRUINADO TODO?

Por primera vez Christopher decidió presionar por una respuesta y yo terminé descargando mi frustración con él y alejándolo. Toda la discusión, si es que se podía llamar así, fue absolutamente ridícula. No tenía fundamento. Él tenía derecho a preguntar y yo debí reaccionar mejor.

Cerré los ojos, dejando que el agua fría golpeara y deslizara por mi piel hasta que los músculos estuvieron entumecidos. Lo que más quería entumecer era la opresión en mi pecho y el remolino de pensamientos que hacían mi dolor de cabeza más insoportable. De todo lo que había pasado en el día lo único que realmente me preocupaba era cómo iba a solucionar las cosas con Christopher.

Estuve tentada a llamarle, pero mi orgullo me lo impidió recordándome que él se había pasado de la raya. Pasé mucho tiempo detrás de un chico que me lastimó hasta el punto en que dejé de creer en mí y que me hizo sentir hasta los huesos que su engañó fue porque yo no logré satisfacerlo como hombre. ¡Vaya estupidez!

Hubo un tiempo en que me importaba tanto la voz de Ethan que dejé de escuchar la mía y en vez de sacarlo de mí vida había permitido que sus palabras me guiaran. Como resultado ahora estaba muy asustada de lo que Christopher podía llegar a pensar de mí.

Me armé de valor y bajé las escaleras.

No tenía otra opción, antes de hacer frente a mi novio tenía que hacer frente a mi familia y lo que sería una agradable cena.

Si la mirada que recibí de bienvenida en la mesa era un presagio de lo malo que iba hacer lo menos que podía era disfrutar el silencio mientras me servía pollo y papás al romero. Debía aceptar que por ser la menor fui la consentida de papá y en cierta medida tuve más libertad, no porque me la dieran, sino porque la reclamé. Así que sí, estaba acostumbrada a ser la oveja negra.

—¿Qué haces aquí?

Dejé el tenedor a medio camino hacia mi boca para contestarle a Emily.

—¿Dónde más estaría?

—Desde que empezaste esta nueva relación no pasas mucho tiempo en casa.

Cómo tenía ella esa información era un misterio, porque desde que se había casado solo venía a casa cuando su esposo estaba de viaje.

—Yo pensé que habías empezado a tomar mejores decisiones y habías dejado a ese chico, pero supongo que eres de las que necesita darse contra la pared una y otra vez —dijo Georgina.

No la miré mientras clavaba el tenedor en el pollo, clavando también mi frustración. Ella era demasiado valiente o estúpida para jugar con fuego en este momento. Nunca le iba a perdonar que hubiera abierto la boca para escupir su veneno, no sé qué pretendía sacar con eso, quizá pensaba que Christopher iba a dejarme o algo así. Pero tampoco me sentía con el derecho a reclamarle, porque hasta cierto punto, ella tenía razón.

—Deberías buscarte una vida para que dejes de vivir en las ajenas.

—Yo solo trato de ayudarte diciéndote las cosas de frente, por lo menos dinos que te proteges cuando te revuelcas con ese hombre al que llamas novio. Tiene toda la apariencia de ser un chico malo como el adorable Ethan.

No, no. Christopher no lucía como un chico malo, sino del otro tipo. El más peligroso. De los que te miraban y bajaban las estrellas para después dejarte. Pero solo era la apariencia, porque la realidad era muy diferente. En cambio, Ethan sí era todo un chico malo. Chaquetas de cuero, lentes de sol, motocicleta y un cigarrillo colgando de su boca. Los tatuajes también habían pasado a formar parte de su colección de conquista, y él sí que te escupía después masticarte.

ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora