ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 22

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TRAS DECIDIR intentar algo real y exclusivo con Christopher, las siguientes dos semanas las había estado viviendo como en un sueño. Me sentía saltar de una nube a otra. Claro que no todo era tan esponjoso y suave, mis inseguridades se hacían presentes, más de una vez tuve que empujar al rincón más lejano de mi mente los viejos recuerdos. El pánico apareció con el sentimiento de que estaba perdiendo un poco de control sobre mí alrededor de Christopher. Era como que todo estaba cambiando con demasiada rapidez, me sentía mareada.

Cada vez que nos era posible tratábamos de pasar el tiempo juntos, pasaba por mí al restaurante cuando salía de trabajar y ese tiempo había servido para conocernos mucho más. Confirmé por mi misma que era un chico trasparente, tenía unos ojos muy expresivos, me sorprendía que permitiera que su estado de ánimo se filtrase por ellos. Pero cuando quería se colocaba una máscara de póker, volviéndolo imposible de leer. Sucedió una vez cuando después del trabajo me encontró hablando con James.

Era un hombre muy guapo. Cuando Rosé entró a trabajar lo puso en su mira, pero él tenía novia y la respetaba muchísimo. No alentaba ningún coqueteo, decía que nunca llegarían a nada porque ya estaba enamorado. Era dulce y leal. Todas las personas merecíamos a un James en nuestras vidas, que nos respetara aun cuando no estábamos presente. Pero Christopher no sabía eso y sacó a jugar a su alfa interior e intimidó tanto a James que prácticamente salió corriendo. Fue entonces que me di cuenta de su lado posesivo, le gustaba marcar territorio. Me asustó. A los veintitrés años la mayoría de personas quieren divertirse, experimentar y toda esa clase de cosas, pero no Christopher. A él no le gustaba andar con juegos. Nuestra relación era importante para él.

—Llegamos —anunció Christopher.

Solté un suspiro de alivio.

—¡Por fin, Christopher! Creí que me mantendrías dando vueltas por toda la ciudad.

Su risa ronca resonó cerca de mi oído, envió un escalofrío por mi cuello. No saber lo que estaba sucediendo me ponía nerviosa y lo odiaba, aun así, acepté que me vendara los ojos. En realidad, Christopher me manipuló con una de sus sonrisas que me derretían. El idiota ya lo había notado y no dudó en usarlo en mi contra. En mi defensa nadie era capaz de resistir al efecto seductor que solo él poseía. Sin embargo, lo que me convenció fue que lucia muy emocionado por lo que tenía en mente. Jugó con mi ansiedad prometiendo que me gustaría. Entonces había confiado en su palabra.

—¿Lista? —preguntó.

Asentí frenéticamente con la cabeza. Lo único que sabía es que estábamos al aire libre, podía sentir la brisa húmeda mimando mi piel.

Enterró la cabeza en mi cuello y me besó.

Le fascinaba hacer eso.

Christopher deslizó la venda fuera de mis ojos, cuando volví a adaptarme a la luz me quedé sin respiración. Parpadeé un par de veces para asegurarme que era real lo que tenía frente a mí. El escenario no cambio. Mi corazón dio un vuelco. Todo a nuestro alrededor estaba cubierto de oscuridad excepto tiras de focos colgando en zigzag de grandes árboles, había velas colocadas estratégicamente dándole al escenario un toque acogedor; un montón de sábanas de aspecto suave se extendían esparcidas por el suelo adornadas con cojines. A un lado estaba dispuesta una mesita de madera con una canasta de picnic y una laptop, al otro lado estaba un proyector y en el centro de todo había una pantalla.

Mis ojos volaron a Christopher. Estaba sin palabras. Mordí mi labio, bajé la mirada sintiéndome un poco tímida. Él había hecho todo esto para mí y a mí no se me ocurría decirle más que obviedades. Todo era... perfecto. Romántico.

Por suerte había un lenguaje que los dos hablábamos a la perfección. Me puse de puntitas y me tiré hacía sus labios, besándolo. Inmediatamente envolvió los brazos alrededor de mi cintura, pero dejó que yo llevara el ritmo. Con un beso lento y dulce traté de trasferir todo lo encantada que me sentía. Me separé un poco de su boca, sonreí burlona.

ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora