ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 15

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UN CHOCHE EMPEZÓ a moverse, me detuve para decirle que tenía las luces apagadas. Las palabras quedaron atoradas en mi garganta cuando me di cuenta que no estaba yendo a ninguna parte. El movimiento que hacía era lento y rechinante, pero el coche no avanzaba.

Un gemido llegó a mis oídos. Casi me caí de espaldas. No era amortiguado, no venía de dentro del coche. Oh, maldición. Había una pareja teniendo sexo. No había nada de malo en tener sexo a la intemperie. Quiero decir, un par de veces me topé en esa situación con Rosé, pero por lo menos ella buscaba un lugar oscuro, no debajo de una lámpara donde cualquiera podía verla. Era más cuidadosa. Por eso no estaba tan preocupada por lo de las fotos, realmente dudaba si quiera que existieran.

Un gemido. Una maldición. Unos gemidos combinados.

Debía estar avanzado, pero estaba ocupada conteniendo mi risa avergonzada. Tampoco tenía a donde ir. El coche de Rosé estaba a dos metros de distancia, desde su posición ellos seguramente podrían verme. Pero regresar a la casa no era una maldita opción.

Respiré profundo y caminé lejos de las personas urgidas. Me puse de espaldas para darles algo de privacidad. A riesgo de que me tomaran por una voyerista, prefería quedarme ahí a entrar y quedar como una chica patética.

¿Qué demonios me pasaba? Supongo que escuché mucho a Rosé, me dejé llevar por la situación. Si lo pensaba detenidamente, mi atracción por Christopher se debía a que él me había sacado de mi zona de confort. Me provocaba una vibración adecuada. Lo nuevo siempre captaba la atención. Con Ethan todo era más simple, no quería tener nada que ver con él. Mantenerlo lejos era lo más saludable que podía hacer y fácil porque no me había buscado.

Una voz femenina diciendo "súbeme la cremallera", seguido de unas risitas me sacó de mis pensamientos. Habían terminado. Mentiría si dijera que no me moría de curiosidad por verles la cara a las dos personas que no pudieron esperar hasta encontrar una habitación.

¿Cuán caliente debía estar alguien para llegar a ese extremo?

—¿Vienes? —preguntó la chica a mi espalda.

No escuché la respuesta de él, suponiendo que era un él. A continuación, tacones tambaleándose se alejaron del lugar. Miré sobre mi hombro, encontrándome con una chica caminando hacia la casa mientras intentaba arreglar su pelo.

No pude ver su cara.

—Hola Val.

Me giré hacia el sonido de la voz. Un Marco con el pelo todo revuelto me sonrió como un imbécil. Ni siquiera me sorprendió que fuera él quien estuviera teniendo sexo detrás de un coche.

—¿Terminaste? —pregunté.

El descaro en su cara era insuperable.

Elevó ambas cejas.

—Ella también terminó.

Arrugué la nariz. Mucha información.

—Es bueno saberlo.

Por lo menos se preocupaba que la chica también disfrutará, muchos ni siquiera tenían esa decencia. Punto para él.

Marco rodeó el coche sentándose a mi lado. Su olor a cerveza mezclado con cigarro me golpeó, junto con otro olor que no quería identificar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

Lo miré con una ceja arqueada, él me devolvió la mirada sin entender. Claro, tenía las manos ocupadas y se olvidaba de todo. ¡Hombres!

—¿Recuerdas algo sobre un chico y unas fotos? Bueno, Rosé te está buscando dentro para que le des el celular.

El entendimiento iluminó su rostro y palideció, creo que hasta llegó a estremecerse. Me fije en sus ojos, eran de un azul más claro que los de su hermano y no brillaban tanto. Físicamente también eran parecidos, pero Marco en vez ser atractivo era solo... guapo.

ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora