Aquí vamos de nuevo. Les quiero pedir una disculpa ya que esta capítulo estaba mal, pero aquí está. Ya lo arreglé.
De verdad lo siento, no entiendo por qué se subió de esa manera.
~~~•~~~Miré cada rincón de la habitación, aunque en realidad no había mucho: la habitación estaba ocupada por una pequeña cama individual, lo bueno era que estaba acostumbrada a ellas; un tocador de madera con un gran espejo; un buró negro a cada costado de las cama y un armario que de igual manera era negro. Las paredes estaban pintadas de blanco y dos de ellas tenía tres lineas verticales en azul marino. Un gran ventanal daba vista a la ciudad de Seattle. También había un pequeño baño del lado izquierdo de la habitación. Me quité los Nike y los dejé debajo de la cama, saqué el incomodo pantalón de mi cuerpo y rebusqué en mi maleta hasta que encontré un pans de algodón. Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos, se sentía bien estar en tranquilidad por un momento.
Mi semana había sido toda una locura. La semana más larga de todo mi vida, eso era seguro.
Estuve unos minutos acostada hasta que escuché mi estomago rugir.
Me levanté a duras penas y me volví a calzar. Caminé buscando una cocina —cosa que no fue difícil—, cuando la encontré Alén estaba dentro.
Llevaba unos pans negros y una playera azul, sus pies se encontraban descalzos y su cabello se veía alborotado y húmedo. Él se encontraba de espaldas; por un momento me dediqué a observarlo, tenía buena forma, la playera sin mangas se ajustaba a su cuerpo y dejaban buena vista de sus brazos, los cuales a simple vista se veían bien trabajados. Por un momento el recuerdo del día en que él me abrazó mientras lloraba me vino a la mente, en aquel momento mi mente estaba demasiado lejos como para reaccionar a su cercanía, pero ahora me preguntaba ¿por qué no me había quejado? Y lo mas raro era que la imagen de Alén abrazandome no salía de mi cabeza. La sacudí ligeramente como si así fuera a ahuyentar las tontas ideas y me enfoqué en lo que venía a hacer.
—Alén —llamé. Él giró y me miró con en ceño fruncido. Recargué mi cuerpo en el marco de la puerta—. Voy a salir, no es necesario que vayas sólo voy a comer algo.
—Por si no te has dado cuenta, afuera hay una tormenta —dijo, se dio media vuelta y siguió haciendo lo antes, cosa que no sabía qué era—. Además no es necesario que vayas; ya preparé de cenar.
—¿Sabes cocinar? —cuestioné.
Caminé dentro de la cocina y me senté en uno de los taburetes que se encontraban alrededor de la isla.
—Sé hacer otras cosas además de vender drogas, no soy un completo inútil. —Se giró y me giñó un ojo antes de volver a su postura. En su oración reconocí las palabras que le había dicho a Daan sobre mi padre, pero también doble sentido.
—Es bueno saberlo.
Pero eso no quita lo estupido, pensé.
Ni lo guapo, agregó una voz en mi mente.
Me quise dar de golpes en las cabeza en cuanto el pensamiento atravesó mi mente, pero me contuve, no quería parecer loca. Mi vista quedó fija en la isla de madera y en mis manos sobre esta. Estaba meditando si salir de ahí a comprar mi comida o aceptar la comida que me quería dar Alén.
—¿Te gusta el espagueti?
—Si —respondí, justo antes de que un plato blanco con espagueti apareciera frente a mí—. Alén, ¿quién me asegura que esta comida no tiene veneno o droga?
Le miré esperando una respuesta, él se sentó frente a mí, se cruzo de brazos y dejo otro plato frente a él.
—Yo te lo aseguro.
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Hermoso Peligro
ActionDespués de años de entrenamiento para ser la mejor asesina de Nueva York, Alice huye con su madre. Ambas odiando aquel mundo por completo, queriendo olvidar un horrible pasado; las torturas, los asesinatos, las drogas, las armas y todo aquello ilega...