Me quedé callada. Para mí no era nada fácil lograr que las palabras salieran de mi boca.
—Llegas tú y parece que sólo traes de nuevo los problemas a mi vida. —Suspiré—. Pones mi mundo de cabeza y aún así pareces no estar satisfecho.
—¿A qué te refieres, Alice? —cuestionó dubitativo.
—Que no te conformas con eso —expliqué— sino que también quieres que intentemos algo, parece que te quieres meter en mí cabeza a como dé lugar.
—No es que parecezca así, es porque es exactamente así.
En cualquier momento me volvería loca con ese hombre, ¿no podía simplemente quedarse callado? Yo al fin estaba hablando un poco y él me confundía más.
—¿Para qué? —Él me miró confundido—. ¿Para qué meterte en mi cabeza? Yo no quiero eso, no quiero estar contigo. Para mí ya es difícil estar a tu lado todos los días. No porque sienta algo por ti —aunque sí era un poco por eso, pero no se lo iba a decir—, tengo miedo —admití cabizbaja—. Todo el tiempo estoy contigo, algún enemigo tuyo puede pensar que tenemos algo y cobrarse con mi vida alguna deuda que tú hayas dejado por ahí.
»Yo no estoy dispuesta a pagar deudas que no son mías. Ya lo he vivido una vez y no estoy dispuesta a caer en el mismo juego, seré yo la que va a terminar perdiendo y todo el tiempo seré yo. —Le miré y él estaba serio, la alegria se había ido de sus ojos—. A ti no te van a hacer nada, sólo te van a mandar una prueba de que yo estoy sufriendo o te van a obligar a ver cómo me torturan. Aunque me digas que tú me vas proteger sabes que va a llegar un momento en el que no podrá ser así. ¿De verdad quieres eso para mí?
Alén hizo una mueca, abrió la boca cómo si fuera a decir algo, pero se quedó callado. Era todo lo que yo tenía por decir y sabía que él no podría replicar contra aquello, era verdad y no había forma de cambiarlo, o si la había, pero sabía que él no iba a aceptarlo. Prefiría trabajar para mi padre antes de una vida normal.
—Me voy a ir del departamento —anuncié después de un rato. Alén me miró desconcertado y comenzó a negar con la cabeza—. Tú dijiste que me podía ir en cuanto yo quisiera, eras tú quien no me quería ahí.
—Reed dijo que te tenías que quedar en el departamento, no te puedes ir si no quieres que les quite la protección a tu madre y hermana. —Me tensé al escuchar sus palabras.
—Tú dijiste...
—Cambié de opinión —musitó.
Iba a replicar, pero un grito me retuvo, su voz me paralizo por completo. Miré a Alén con temor, él estaba confundido por mi reacción. Lo vi comenzar a buscar entre las personas quién había gritado mi nombre, yo también comencé a hacerlo justo cuando su voz volvió a escucharse.
—¡Ali, Ali! —Di con él. Estaba a unos diez metros de distancia y corría en mi dirección. Su sonrisa... Dios, su sonrisa, cuánto la extrañaba. No había comparación con aquello, verlo feliz siempre me ponía feliz, pero en aquél momento no pudo hacer mucho.
Miré a Alén, quien intercalaba la mirada entre el pequeño rubio que corría hacia a mí y yo. Me quedé estática, ya no había nada qué hacer; Alén había visto a Dante.
El rubio ser aferro a mis piernas al llegar a mí y me sonrió. Me puse de cuclillas y lo abrace con fuerza. Si Alén intentaba cualquier cosa yo no iba a dudar en atacarlo.
—Ali... ¿po qué no fuite a casa? —preguntó.
—No podía. —Aún sin soltar al niño, miré a Alén sobre su hombro. Él seguía desconcertado.
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Hermoso Peligro
ActionDespués de años de entrenamiento para ser la mejor asesina de Nueva York, Alice huye con su madre. Ambas odiando aquel mundo por completo, queriendo olvidar un horrible pasado; las torturas, los asesinatos, las drogas, las armas y todo aquello ilega...