Su escritora (sí, suya, sino ¿de quién?) les trae un hermoso y grandioso MARATÓN, sí, tal como lo leen.
Gracias por el apoyo que me han brindado, l@s quiero muchísimo, esta novela no sería nada sin ustedes.
Maratón 1/3
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Esa noche no pude dormir tranquila, pero ya no eran preocupaciones por no estar a salvo, era porque su rostro estaba presente en mi mente. Y después fue como si nada hubiera pasado, no se mencionaba, no se repetía, no había incomodidad por aquél beso, tampoco por su declaración.
A mí me parecía que era lo mejor, yo había actuado por impulso y aún no encontraba la razón por haberlo hecho, hasta un punto que comprendí que era puro deseo. Estaba pasando lo que Marina ya me había advertido: él era guapo y vivimos juntos, el deseo del uno por el otro era de esperarse. Eso no me costaba aceptarlo, había deseado muchos hombres y siempre conseguía lo que quería, pero en ese momento era diferente: Alén era algo prohibido para mí, era todo lo que yo había evitado, sin embargo eso no cambiaba el hecho de que la atracción sexual surgiera.
El jueves por la tarde fui a impartir mi clase de ballet, Alén me espera recargado en la pared, podía sentir el peso de su mirada en mí. Cada movimiento lo realizaba con precisión y delicadeza, a veces me detenía para ver los pasos de mis pequeñas aprendices. Cuando la ultima clase terminó vi a una de las niñas acercarse a Alén.
Elisa —la pequeña de apenas unos siete años— dijo algunas palabras, él sonrió y me miró, le mantuve la mirada hasta que él volvió su atención a la niña. Elisa volvió a hablar y la sonrisa de Alén creció más, desde mi lugar pude ver los labios de él morverse y la pequeña dio media vuelta, me miró sonriente, yo le devolví la sonrisa. Le habló de nuevo, Alén le respondió y ella empezó a dar saltos, volvió a mirarme antes de salir corriendo al otro lado del salón.
Las demás niñas estaban ahí, Elisa les dijo algo moviendo la cabeza hacia arriba y abajo con euforia, seguido todas comenzaron a chillar y saltar; al otro lado del salón escuché una risa, voltee y miré a Alén riendo. ¿Qué le dijo? Su risa se detuvo y me miró, fruncí el ceño y volví a mirar a las niñas que intercalaban la mirada entre Alén y yo y después volvían saltar y chillar. Regresé mi atención a Alén, quien me miraba sonriente.
Cuando terminé de arreglarme en los vestidores y hube entregado a casi todas las niñas Alén se acerco a mí y se quedó de pie a mi lado.
—¿Cansada, muñeca?
—Cuatro horas de ballet cansan, Alén. —afirmé, omitiendo el hecho de que me había llamado muñeca. Seguí acariciando el cabellos de Elisa, era la última niña que faltaban de recoger—. Pero estoy acostumbrada.
Vi a la madre de Elisa acercarse a nosotros.
—¡Mamá! —chilló Elisa antes de salir corriendo a los brazos de su madre, y eso me recordó que yo tenía días sin ver a mamá.
—Hola, maestra —saludó—. ¿Cómo se porto ésta pequeña?
Miré a Alén, en su rostro había una gran sonrisa.
—Muy bien —dije—, como siempre, Elsa.
—Bueno, nos vemos, maestra. Dile adiós a la maestra, Elisa.
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Hermoso Peligro
ActionDespués de años de entrenamiento para ser la mejor asesina de Nueva York, Alice huye con su madre. Ambas odiando aquel mundo por completo, queriendo olvidar un horrible pasado; las torturas, los asesinatos, las drogas, las armas y todo aquello ilega...