Capítulo 13

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A paso lento me dirigí a la puerta y cerré, el golpe de ésta resonó en la oficina. Me acerqué a Aáron y me planté frente a él.

—No puedes hacer eso —dije a regañadientes, enojada. Señalé la puerta con mi dedo indice—. Allí afuera está un hombre de René. Sí él se entera de la existencia de Dante ya no habrá vuelta a atrás, ni siquiera habrá más Dante.

—¿Qué? —cuestionó atónito Jonathan.

Aáron abrió sus ojos con asombro.

—¿Quién?

—Alén Anderson. El chico que parece qué fue pegado a mí como chicle. Castaño de ojos cafes. René lo mandado para "protegerme". —Hice comillas con mis dedos—. No quiero que ellos sepan quién es Dante, dónde está ni nada.

—Por eso Dante me dijo que están en Arizona...

—Aáron, cállate. Él no puede saber, se supone que Scarleth y mi madre están en Londres. Eso es lo que ellos piensan. No lo digas aquí en voz alta, por favor.

—¿Cómo hiciste para que creyeran eso, Alice? —interrogó Jonathan.

—Papeles falsos. Hay vuelos a Londres que están registrados con los nombres de ellas —expliqué—, los vuelos a Arizona son de personas que no existen. Necesito que mantengan la boca cerrada. Ustedes son los únicos que les he contado esto. No quiero que le pase nada a Dante.

—Dante no es Connor, Alice —dijo Jonathan.

—Pero René sigue siendo René —apunté, molesta—. Al cuadrilátero ahora.

Ellos se miraron en uno al otro.

—No lo mates por favor —pidió Jonathan.

De nosotros Jonathan siempre había sido el más sensato y razonable.

—No lo voy a matar —Sonreí—. Aunque se lo merezca.

—No sonrias así por amor de Dios —comentó Aáron. Se acercó a Jonathan e hizó un intento de susurro—. Su sonrisa y su tranquilidad fingida son peor que sus gritos y su furia.

—Te escucho, Aáron.

Salí de la oficina y caminé a donde el ring, de un brinco ya me encontraba sobre éste, miré hacia Daan, quien seguía al lado de Alén.

—Pido una disculpa. Sé que esto no ha sido nada formal, ni mucho menos una buena pelea. Este debió haber sido un asunto tratado con seriedad no de tal manera, pero dadas las circunstancias... —hice un encogimiento de hombros—. Lo siento. Estaré en contacto mañana en la tarde con usted. Aquí se les enseña todo: las reglas del boxeo —continúe—. Lugares claves para los golpes. Formas para aumentar tu velocidad. Técnicas para noquear a tu contrincante. También se enseña lo que no se debe hacer —Daan me miraba serio y escuchaba cada una de mis palabras con atención—. Cuando uno de los contrincantes intenta jugar sucio, cosa que no pasa muy seguido, yo les enseño los golpes que no deben realizarse, para preveer esas malas jugadas. Aquí se enseña todo, incluso hay que conocer el lado malo del lado bueno.

—Lo entiendo. Por favor dime Daan.

—Alice entonces. —Él asintió con la cabeza.

—No veremos entonces.

—Aún puedes ver como intenta matarme —dijo Aáron.

Dirigí mi vista a Aáron que caminaba hacia el ring. Jonathan detrás de él me dio una mirada de advertencia. Daan se despidió con un asentimiento de cabeza y salió del lugar.

—Jonathan, me harías el honor.

Él subió al ring con unos guantes de boxeo azules, se dedicó ajustarlos a mis manos en silencio.

Hermoso PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora