Capítulo 29

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Estaba equivocada, las cosas sí se podían poner peor. Resulta que existía la posibilidad de que Mariana estuviese embarazada y por eso Bruno le reñía. Después de que yo la regañara más, les pregunté si ya habían hecho pruebas de embarazo y dijeron que no. Me molestó la falta de sensatez de esa mujer. Y se suponía que ella era la adulta, era cuatro años mayor que yo.

—Alén —llamé al llegar a su lado, estaba con Camy—, necesito las llaves del auto.

—¿Para qué? —preguntó.

—Voy a ir a la farmacia —respondí indiferente. Marina me prometió esperar hasta que yo llegase para empezar.

Se disculpó con Camila, se puso de pie y me tomó del brazo para comenzar a alejarnos de las demás personas.

—¿Te sientes mal? —quiso saber—. ¿Qué vas a comprar?

—Quédate —le dije, ignorando deliberadamente sus preguntas—, yo puedo ir sola.

—No —espetó. Por esa razón tenía mi propio auto. Caminé al carro siendo consiente de que él me iba a seguir—. ¿Qué vas a comprar?

Llegué al auto y di media vuelta para encararlo.

—Nada importante.

O al menos para él no lo era. Marina no quería que nadie supiera de su posible embarazo.

—Nada en especial, dame la llave. —Él elevó ambas cejas y se cruzo de brazos, si no le decía no me las iba a dar y tampoco es como si fuera a caminar, estaba a punto de anochecer—. Voy a comprar una prueba de embarazo.

Sus ojos se abrieron tanto que pensé que saldrían de sus orbes.

—¿Anoche cuando me fui...?

—¡¿Qué?! —exclamé cuando me di cuenta a dónde iba—. ¡No, yo no...!

Me quedé callada cuando recordé que yo no tenía que darle explicaciones a nadie. Además eso era absurdo.

—Sólo... —negue con la cabeza y suspiré—... préstame el auto. No tengo por qué darte explicaciones a ti.

Me lanzó las llaves para que las atrapara en vuelo y dio media vuelta. Subí al auto.

•♦•♦•♦•

Fue la boda más anormal del mundo, todo estaba hermosamente decorado, con colores blancos y plateados por todo lados, sin embargo cuando iban a firmar los papeles Marina salió corriendo; todos pensaban que se había arrepentido, pero no, solo había ido a vomitar.

Marina nunca tomaba y cuando lo hacía  sólo era un trago, así que le afectó mucho el haber tomado demasiado. Y no, no había tal hijo en su vientre y si hubiera existido creo que tendría que recibir regaños de muchas personas.

Suspiré por quinta vez mientras llevaba la copa de vino a mi boca. Estaba aburrida, Marina estaba dentro de la casa con Bruno; Jonathan y Aaron, quienes también habían sido invitados, estaban hablando con Camy y Alén;  Mirna y Daniel —hermanos de Aaron— se ofrecieron a cuidar de Lionel y se fueron a jugar con él. La fiesta no era para nada lo que esperaba.

Veía a la parejas bailar y moverse lentamente de un lado a otro en movimientos lentos, las familias y amigos en las mesas charlando, todos felices, contentos y disfrutando, menos los esposos y yo.

—¿Deseando la vida de otros? —susurró en mi oído una voz muy conocida.

Se sentó a mi lado con una sonrisa.

—Me gusta mi vida —dije mirando a los invitados—, pero no la vida que llevaba. A causa de mi pasado mi presente está mal.

—Olvida las cosas malas, deja el pasado atrás.

Hermoso PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora