Capítulo 49

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He decidido que si tenemos buena cantidad de votos subo los cuatro capítulos 7-7

Sigan disfrutando. Al final del día veremos si hay cuatro o tres capítulos, todo depende de ustedes.

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—Embustero.

—Molesta.

—Mentiroso.

—Niña caprichosa.

Una risa sarcástica brotó de mí.

—No pensabas eso hace unos minutos. Debí de haberme marchado desde hace una hora —lamenté.

Subí la sábana hasta mi pecho. El castaño pasó una mano sobre mi estómago y me atrajo hacia sí.

—Pero no lo hiciste, y si no lo hiciste fue por algo.

—Claro que fue por algo —bufé—. Fue porque la puerta estaba cerrada con llave y me era imposible salir.

—Sí... bueno, pero no te obligué a que terminaras aquí.

Lo miré con los ojos entrecerrados, él no borraba su sonrisa. Me desesperaba saber que el asunto le causaba gracia y me desesperada aún más saber que había cedido ante él sin mucho esfuerzo.

—Que terminara en esta cama contigo no quiere decir que no esté decepcionada y molesta.

—Lo sé —comentó despreocupado—. Te ves bien enojada. Además si de verdad tuvieras tanta prisa por estar lejos de mí ya hubieras salido de mi cama y de mi cuarto.

Comencé a levantarme pero Alexis me detuvo, me acorraló posado cada mano a los costados de mi cabeza y una rodilla entre mis piernas.

—Déjame salir de aquí, es lo que quieres ¿no?

—No. Y tú tampoco te quieres irte de aquí porque te gusta estar conmigo, solo estás caprichosa porque no te gusta la idea de que haya ocultado algo. Ahora que sabes que no trabajo para tu padre por gusto hay algo más que te retiene: yo no soy un traficante.

Me besó de nuevo, era un beso lleno de deseo y posesivo. Recargó su peso en su antebrazo y su otra mano acarició mi cintura.

—Ahora sí conozco... ese tatuaje del ancla —dijo entre besos—. Y he descubierto que me encanta.

Pasó la sus dedos por el tatuaje y me estremecí.

—Ya, Alén... —saudí la cabeza—... Alexis. Querías que terminara teniendo sexo contigo, aquí estoy, ya déjame ir para que pueda pensar tranquila.

—Tú y yo no tuvimos sexo, muñeca.

—Deberías de comenzar a plantearte la idea de tener memoria a muy corto plazo...

—No tuvimos sexo —Habló mientras dejaba un camino de besos desde mi clavícula hasta mi boca. Intentaba distraerme, de nuevo—. Hicimos el amor.

Me reí y tomé su cabeza entre mis manos para que mirara a los ojos, él gruñó al sentirse alejado de mí.

—¿Hicimos el amor mientras te decía al oído que te odiaba?

Hermoso PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora