NOTA

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¡Buenos días, tardes o noches! ¿Cómo les va? Tenía tiempo que no me daba una vuelta acá.

Como se habrán dado cuenta borré los capítulos de la historia, no se preocupen, va a regresar. Va a saber uno diario (o ese es mi plan), con nuevas escenas, sin algunas otras, nuevos personajes, etc. Entonces estaré subiendo de nuevo a mediados de junio. Mientras tanto, los invito a que se den una vuelta por otra de mis historias: Dibujando sonrisas.

Sé que la van amar porque es una historia divertida, romántica, tiene su toque realista y es para todo tipo de publico. Todo empieza con una chica escapando de su boda.

La mayoría de las veces nos muestran al chico perfecto, que es maravilloso, atento y demás; nosotros tenemos a Sebastián, un hombre que si bien tiene imperfecciones es imposible no amarlo.

También tenemos a Elizabeth, la cual parece llevar consigo mala suerte todo el tiempo, ella culpa a cualquier ser que se haya encargado de trazar su destino de esto —de nada por ello, linda ;)—. Tiene problemas que si bien algunos no son grandes, le gusta ahogarse en un vaso de agua.

Les dejo sinopsis y una introducción.

Sinopsis:

Y es que las historias de amor no comienzan donde todos creemos, ni siquiera comienzan cuando los amantes cruzan sus caminos. Comienzan cuando se acepta, cuando has visto hasta la peor versión de esa persona; porque no se pueden amar solo las virtudes.

Comienza cuando todo acaba. O cuando un terrible bailarín y una muy mala cantante un día deciden compartir sus desentonaciones y sus malos pasos.

Introducción:

—Acepto —dijo él sin siquiera titubear. Tenía mis esperanzas en Samuel, pero ahora todo corría por mi cuenta.  Su padre lo tenía bien controlado.

—Elizabeth, ¿aceptas a Samuel como tu...?

—No —le interrumpí. ¿Para qué esperar más tiempo? Si me quedaba con él ambos seríamos infelices—. No acepto.

Escuché un jadeo por parte de las personas que miraban todo desde sus lugares. Sam me miró asombrado, le sonreí de la manera más inocente que pude.

—¿¡Qué has dicho!? —la exclamación de mi padre resonó en la iglesia.

—¡Todos podemos decir no, papá!

No lo miré, ni a él ni a nadie. Tomé mi vestido y comencé a caminar hacia la entrada, que en ese caso también sería mi salida.

—¡Elisa, dentente! —gritó Sam.

Comencé a correr sintiendo la adrenalina llenarme completo, las personas a mi paso se levantaban de sus lugares para verme salir de ahí.

—¡Corre más rápido, Elisa!  —vociferó Vanesa, mi mejor amiga.

Bajé las escaleras de la Iglesia y salí de ahí. Al mirar hacia atrás vi a Sam, mi padre y Vanesa correr tras de mí. No pude evitar reírme cuando Vanesa hizo señas para que corriera más. Por una vez en mi vida me sentí libre. Los tacones de aguja no me permitían correr muy bien. Me detuve lo suficiente para quitarmelos, volví a mirar hacia atrás —ellos venían cada vez más cerca—, le lancé un tacón a mi padre pero él logró esquivarlo, no puedo decir lo mismo del hombre al que había dejado en el altar, quien recibió un taconazo en su pecho.

—¡Eso, nena, así se hace!

Sonreí. Crucé una calle corriendo y sin mirar a los lados, una motocicleta estuvo a punto de arrollarme.

—¡Qué te pasa! —reclamó el conductor de ésta.

—¡¡Elizabeth, espera!!

Miré al hombre que me había dado la vida y después al chico en la moto.

—¿Puedes sacarme de aquí? —pregunté desesperada. Él me miró de arriba a bajo, su casco solo dejaba ver sus ojos—. Por favor, tengo que huir.

Cada vez estaban más cerca y el chico no respondía.

No acepto un no —dije mientras tomaba mis vestido y me subía en la parte trasera de la motocicleta.

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Es lo que hay xD.
Siempre he querido ir a una boda así. Elizabeth, ¿por qué no me invitaste? :'c. Sin más que agregar creo que es todo por hoy. Nos leemos acá en Junio y allá cada semana (en estos días habrá maratón allá).

Con cariño,
GC.

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