V: Shuuri, ¿qué es esto?

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Yuuri.

Esta semana he amanecido en la alfombra del piso, muriéndome de frío. Vitya me tira de la cama porque el espacio es pequeño para dos hombres y, aun así, me pide que me quede a dormir con él. No sabía que le tenía miedo a su armario o a que algún monstruo le jalara los pies, pero me divierte.

Cada día es una experiencia nueva. No sé cómo me sorprenderá hoy o si estará tranquilo viendo televisión. No sé si querrá que le explique algo o si se bañará y gastará media hora jugueteando con su cuerpo.

Es un niño muy curioso, y esa curiosidad lo lleva a desear comerse el mundo entero. A veces, pienso que la personalidad del Viktor de quince años no era la real. Yo no lo conocía tan bien o no quise conocerlo porque creía detestarlo. Sin embargo, este Viktor me intriga, provoca que observe todos sus movimientos para saber qué pretende hacer.

Terminé de cepillarme los dientes y estaba enjuagando mi rostro cuando escuché su grito mañanero. Salí del sanitario sin prisa y caminé hacia su cama. Él no tenía ninguna prenda puesta, una manía que se le desarrollaba, y miraba al Poderoso, un sobrenombre a su paquete.

—¿Qué?  —pregunté curioso.

—¡Shuuri, ¡esta cosa ya me molesta, es muy grande! —exclamó con una mezcla de frustración en su voz. 

—Te acostumbrarás, así que vístete —ordené, girándome para salir de la recámara. 

Él no dijo más, lo que era raro porque cualquiera espera que se queje. Generalmente me ataca con preguntas, pero ahora no. Se está comportando distinto, como si  entendiera a qué me refiero... No, es imposible, ¿verdad? Vitya es un niño con el cuerpo de un adulto. ¿Habrá crecido en edad? Si es así, ¿cuántos años? ¿Me lo dirá?

—Oye —susurré y me volteé para cerciorar que estuviera bien—, ¿cuántos años tienes?

—Los suficientes para un hombre —canturreó, contemplándome de arriba abajo. 

—¿Ah? —Abrí la boca y di un brinco rápido hacia atrás—. ¿Quién demonios eres?

—Oh, no me digas que no me reconoces —siseó en un tono pervertido y me miró, esbozando una sonrisa—. ¿Crees que tengo cinco años? No luzco de esa forma, Yuuri. Soy un adulto.

—¡No, no! —grité y corrí rumbo a la puerta, pero el peso de Viktor me derrumbó al suelo—. Fuera, pervertido.

—Hace unos segundos me estabas viendo desnudo y ahorita quieres escapar, ¿qué te pasa? ¿Por qué me tratas de esa manera, Yuuri? —Me dio la media vuelta y me apresó con ambas piernas a mis costados—. ¿Te gustaba?

—¿Gustarme? —repliqué angustiado, no por él, sino por mí—. ¡No soy homo! ¡Ni te atrevas a besarme o a follarme porque te rebano tu fabuloso pene!

—Oh, ¿es fabuloso? —repitió riendo—. Gracias por el cumplido, me haces feliz. Siempre me haces feliz, Yuuri.

—¿Recuerdas que me vas a conquistar? Pues no estoy enamorado de ti, así que no me toques —declaré frunciendo las cejas.

—¿De quién estás enamorado, Yuuri? —Tomó mis manos y las sujetó arriba de mi cabeza—. Dime, ¿con quién debo pelear?

—¡Con nadie, Viktor! —vociferé, temiendo que me violara aquí.

—¿No te gusto? —murmulló con lágrimas asomándose en sus ojos azules—. ¿Por qué no te gusto, Yuuri? Tú me gustas mucho.

—Me gustan las mujeres, tonto —contesté, sintiéndome como un maldito estúpido al hacer que llorara—. Viktor, párate.

—Shuuri, tengo hambre —enunció, apoyando su cara contra mi pecho—. Quiero dormir más, Shuuri —murmulló somnoliento. 

¿Qué sucedió? ¿Por qué de repente se me abalanzó? Ése no era Vitya ni el Viktor de quince, esa persona me asustó. ¿Cómo cambió de una personalidad a otra? ¿Será un efecto secundario? Esto es más complicado que las matemáticas.

No quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si mi Vitya no reacciona. Mi trasero no está seguro, no cuando hay un tipo que puede inmovilizarme en cualquier momento. Hoy o mañana, no importa el día, pero me angustia que el pervertido regrese.

...

—¿Dices que perdió la razón y luego se transformó en un sujeto diferente?

—Sí, y su voz e incluso la mirada eran aterradoras.

—No sé por qué hubo esa alteración en su personalidad —explicó mortificado—. Lo comentaré con mi equipo.

—Sí, estaré esperando —asentí y colgué la llamada.

—¿Era papi? —inquirió, pero no lo atendí—. ¿Estás enojado conmigo?

—N-No —titubeé, dirigiendo la vista a él—. ¡Vitya!

Su altura había disminuido a la de un niño de cinco. El camisón le quedaba grande, por lo que lo arrastraba y abrazaba un peluche de conejo.

—Ven, te necesito. —Me agaché y extendí mis brazos.

—¡Shuuri! —exclamó y, de un salto, llegó hasta mí—. Shuuri, te quiero.

—No olvides lo valioso que eres en mi corazón.

Después de todo, Vitya es Vitya. Hace rato sentí que era un desconocido, pero quizá sólo estaba desorientado. El agua que bebió puede causar que este pequeño sea un hombre temible y eso no me agrada porque soy incapaz de defenderme. No obstante, debo protegerlo.

—¿Quieres cenar? —Lo alejé unos centímetros, sosteniéndolo aún de la cintura—. No has comido.

—¡Haz panquecitos de chocolate! —canturreó alegre—. Shuuri, vamos.

—Sí, sí —confirmé sonriéndole.

Mi vida ya no es igual sin ti, Vitya.  



Nota: una disculpa, no pude actualizar ayer porque estuve ocupada. uvu 

Vitya estará teniendo muchos cambios en su cuerpo, así que, será una sorpresa cada capítulo. Ya saben, dependiendo de su edad y tamaño, se comportará diferente con Shuuri. 7u7 <3 

¡Nos leemos luego! 

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora