VIII: Shuuri, ¿soy culpable?

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Yuuri.

Al día siguiente, el señor Nikiforov se fue a Canadá con los ánimos renovados. Me juró que pronto crearía una cura para Viktor y que su relación de padre e hijo iba a mejorar. Yo me sentí triste y no dormí bien por culpa de ese juramento, pero supongo que debo aceptar el destino.

Abrí la puerta de la habitación de Vitya y asomé mi cabeza, sorprendiéndome de no encontrarlo en la cama. El reloj de la sala marcaba las ocho de la mañana, así que, ¿por qué no está durmiendo? No, ¿dónde está ese niño travieso?

—¿Vitya? —pregunté, ingresando a la recámara con la intención de buscarlo en el baño—. ¿Vitya? No estoy jugando.

No tuve que ir muy lejos, pues Viktor salió del baño y me miró con una expresión fría en los ojos, de los cuales escurrían gruesas lágrimas. Su cuerpo entero estaba temblando, como si hubiera tenido una cruel pesadilla durante toda la noche.

—¿Qué pasa, cariño? —Corrí hacia él y me arrodillé enfrente—. ¿Tuviste un mal sueño? ¿Quieres contármelo?

—Shuuri... fue por mí —balbuceó, clavando su mirada en el piso—. Shuuri, ¿soy un niño malo?

—¿De qué hablas, Viktor? —pregunté confundido—. Dime, ¿qué te pasó?

—Yo la desobedecí, Shuuri —gimoteó limpiando sus mejillas—. M—Mami... Mami se murió por mí.

—¿Qué? —articulé aturdido. ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe que ella está muerta? —Viktor, ¿qué tonterías hablas?

—¡No mientas! —exclamó enojado y me empujó hacia atrás—. ¡Eres un mentiroso, Shuuri! —gritó con una voz llena de dolor, mismo que me desgarraba el alma—. Me dijiste que mami vendría conmigo, pero ella está muerta.

—N-No —titubeé.

¿Cómo actúo? ¿Cómo le digo que es cierto? No es difícil explicar que su madre falleció en un accidente automovilístico, lo difícil es explicárselo a alguien que confiaba en mí. ¿Cómo puedo saber que no le traeré más sufrimiento del que ya siente?

El señor Nikiforov cree que una noticia así de fuerte acarreará problemas, y sin la cura, Viktor está en peligro. Si le confieso que su madre no volverá, cabe la posibilidad de que Vitya jamás se recupere de esa noticia ni ahora ni en el futuro. Sin embargo, si no lo hago, él me odiará y, cuando Vladimir halle la cura y Viktor crezca, me detestará por traicionarlo.

¿Qué elijo?

—Ya no me quieras, Shuuri —sentenció y comenzó a caminar con paso lento—. No merezco que Shuuri me quiera porque soy un niño malo.

Oh, olvidé esa pequeña y significativa parte. ¿Qué elijo? ¡Qué pregunta más estúpida! Por supuesto que elijo el bienestar de mi amado niño. No deseo verlo destrozado como lo estaba antes de que bebiera el agua con la sustancia del experimento, yo deseo que él sonría sin importar si no me sonríe a mí.

—¡No! —negué y me reincorporé para girarme—. Vitya, tú no eres el culpable. Perdóname por ocultarte lo de tu mamá, pero comprende que no podía decírtelo porque temía tu reacción.

—Shuuri —susurró dándose la vuelta y corrió en mi dirección—. Shuuri —repitió llorando y tiritando.

—Es bueno que saques esos sentimientos, Vitya. Llora y llora hasta que tus ojos se sequen y tu corazón esté en paz —murmuré cargándolo para que él escondiera su rostro entre mi cuello y hombro derecho—. Recuerda que no eres el culpable, fue un accidente en la carretera. Tú eres el niño más hermoso y gentil que conozco, incapaz de lastimar o herir a una persona.

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora