I: ¡Sorpresa!

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Nota: utilizo dos tipos de marcas en mis historias, que les explicaré para que no se confundan. 

-n- = significa que hay un cambio de fecha, es decir, que transcurre un día, semanas, meses o años. A veces especificaré exactamente cuánto tiempo pasó, pero si no lo hago, no se preocupen porque será innecesario. 

... =significa cambio de escena en un mismo día. 

**Los diálogos de las llamadas los colocaré en cursiva


Yuuri.

Cerré la puerta de mi apartamento y me di la vuelta, encontrándome con mi tormento diario: Viktor Nikiforov, y claro, su amable padre, Vladimir Nikiforov; los rusos guapos del edificio. Eran conocidos por todos como la familia número uno, a la que muchas mujeres querían pertenecer, pero ese mocoso impertinente de cabellos largos grises, sonrisa perfecta y ojos más azules que el mar o el cielo, siempre ahuyentaba a las candidatas.

Oh, por si no fuera suficiente, ¡el maldito mocoso me odiaba! Y sí, yo también lo odiaba.

—Buenos días, Katsuki. ¿Cómo amaneciste? —preguntó el señor Nikiforov mientras caminábamos hacia el elevador.

—Bien, gracias. ¿Las galletas de ayer estuvieron deliciosas? —Me acomodé a su lado derecho para no ver a su desagradable hijo.

—Insípidas —siseó el innombrable, burlándose de mí, como era su costumbre—. Espero y no te dediques a eso o quebrarás.

—Vitya, basta —lo reprendió su bondadoso padre de melena blanca y ojos igual de azules que su hijo—. Tus galletas eran sabrosas. Las devoré con una taza de café, Yuuri.

—¿Sí? Me alegra —afirmé y me encargué de presionar el botón para que las puertas del ascensor se abrieran.

—Vitya participará en una demostración y tengo pases libres en la zona VIP, ¿quieres asistir?

—Si no vas a ir, dímelo y no invites a extraños —gruñó Viktor y se metió al elevador en cuanto éste le dio acceso.

Vladimir Nikiforov no era popular sólo por su despampanante figura ni por su dinero, sino por su labor de científico. A menudo venían a grabar al edificio o lo entrevistaban. Gracias a eso, yo había podido conocer el interior de su enorme apartamento, uno de lujo, y tal vez el mejor de las instalaciones.

Por el contrario, mi apartamento era el de un pobre con sueldo base y comisiones extras. Lo que cobraba en mi trabajo de medio tiempo costeaba mis gastos de la universidad, y así, ayudaba a mis padres a solventar mi brillante futuro.

—Suerte, Yuuri —se despidió el señor Nikiforov con su diablillo frunciendo la boca en una ligera mueca.

—S-Sí, adiós. —Asentí sin fijarme que ya habíamos aterrizado en la planta baja.

Nosotros somos vecinos, por esa razón, Viktor y yo tenemos encuentros en las mañanas y en las tardes. Yo llego del trabajo y él de sus prácticas. No sé cómo le vaya en el patinaje, nunca he ido a sus presentaciones, pero es famoso. Lo he visto en portadas de revistas y en comerciales. Él es como una estrella en ascenso y su padre no se queda atrás.

El señor Nikiforov sale en la televisión anunciado sus éxitos en experimentos y creo que es colaborador en una empresa muy reconocida. Su esposa falleció hace años y de él depende su hijo, pero la relación que tienen no es perfecta. A veces escucho que el señor Nikiforov grita y minutos después, Vitya se va.

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora