XXXIV: Esa pelirroja

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Yuuri.

Ayudé a Mila con sus maletas y la acompañé a la entrada de su departamento. En el transcurso del camino, ella no paró de hablar sobre Viktor y lo guapo que es. Ama sus nalgas, sus hermosos ojos azules, sus pestañas rizadas, su sonrisa y la forma en cómo se comporta con sus fans.

Sé que es irresistible, incluso yo me sorprendo de lo atractivo que es mi novio. No entiendo por qué me eligió. Bueno, no es como si no lo entendiera, es más un sentimiento agridulce que me llena de desconfianza. Soy consciente de su belleza y, por esa razón, pretendo no angustiarme si me abandona.

¿Me abandonará? ¿En verdad ese chico pensará en dejarme? Siempre me recalca cuánto me ama y atesora. Me llena de mimos y besos, y me fascina que sea tan cariñoso. Cada faceta en él es única; puede ser un niño caprichoso, un joven de quince años con las hormonas alborotadas o un hombre protector que no duda en cuidarme.

Si continúo creyendo que Viktor es capaz de olvidarme, significa que no imagino un futuro con él. Y no es así, lo que más quiero es tenerlo conmigo. Me estaría mintiendo si afirmo que no me sentiré abatido ni trataré de detenerlo, al contrario, haría lo imposible por quedarme a su lado.

Una sensual pelirroja, un padre posesivo o un rubio gruñón no me lo arrebatarán.

—Gracias, vecino, ahora sólo debo buscar al sexy ruso —vociferó, extendiendo sus manos hacia arriba en un pequeño brinco—. ¿Tienes pistas de su paradero?

—De hecho...

—Nos vemos en la noche, cariño —canturreó Vladimir, quien salía de su casa. Esbozaba la sonrisa típica de un loco enamorado y su rostro demostraba cuán feliz estaba.

Papi Vladi cerró la puerta y giró hacia nosotros, golpeándonos con su aura de flores y arcoíris mágicos. Puedo jurar que vi unicornios con rayos láser flotando encima de su cabeza y angelitos flechados por el mismo Cupido.

—Oh, Katsuki —saludó muy campante. Era extraño que estuviera tan alegre y sólo suponía que Sarah era una mujer complaciente—. Vitya está en entrenamiento y... —Se calló al percatarse de que no estábamos solos y Mila se hallaba ahí, boquiabierta y tirando saliva a montones, literal—. ¿Quién es esta bella señorita?

—B—Babicheva —tartamudeó, elevándose al quinto cielo como una colegiala embelesada por su crush—. Mila Babicheva —se corrigió, empujándome levemente para interponerse entre Vladimir y yo—. Usted es el padre de Viktor Nikiforov.

—Sí —aseveró orgulloso. Se pavoneaba como un maldito guajolote cuando hablaban del depredador que tenía por hijo—. Es mi lindo Vitya.

—¡Ay, por Dios! —exclamó, saltando emocionada. Acababa de encontrar a uno de sus señuelos para conseguir a su objetivo: MI novio—. Soy una fiel admiradora de él y amo sus programas, ¡es tan precioso!

—Espera —musité, confundido por lo que decía—. ¿No ibas tras los huesos de Viktor?

—Claro que no —negó, dirigiéndome una mirada sarcástica y burlona—. Para eso tiene pareja.

—Sí —admití, resoplando—. ¿Pareja? —repliqué, percatándome del gran peso de sus palabras. ¿Acaso su club de fans lo sabían?

—¡Obvio! —respondió, sacudiéndose las prendas como quien va a explicar una obra de arte en un museo famoso—. El patinador ruso más sabroso del mundo está comprometido con su cerdito. ¡Y saber quién demonios es el cerdito!

—Ése es Yuuri —mencionó papi Vladimir, sin captar que, sí, ¡la había cagado frente a mí! —. El cerdito es Yuuri Katsuki.

—¿Qué? —cuestionó en un sonoro grito para que el edificio entero oyera sus quejas contra un humilde ser humano—. ¿Tú eres ese cerdo? Digo, ¿tú eres el que se come al papucho de Viktor?

—No, no, es al revés —bufó mi querido suegro, colocando la soga en mi cuello para que muriera rápido.

—Es una primicia y la sociedad debe enterarse —argumentó Mila, asintiendo para sí misma. El señor Nikiforov le secundó, inocente a los deseos de la vecina.

—Preferiría que guardaras silencio —susurré, resignado a perder. Con una mujer no se discute, y menos una desquiciada como ella—. No necesitas exponer nuestra relación al público.

—Yo me voy —anunció Vladimir, aún con la curvatura en sus labios, y no sabía si era por maldad o felicidad. Después de soltar tremenda bomba, se larga como si nada—. Katsuki, Babicheva —articuló, haciendo una reverencia para retirarse luego.

—No lo diré, pero llévame con él —pidió, uniendo sus manos en una súplica y observándome con ojos de cachorro.

—¿Te gusta? —interrogué, alzando una ceja y decidido a aclarar la situación—. ¿Cuál es tu propósito con él?

—Viktor es un increíble patinador —aseguró mientras jugueteaba con sus dedos; un gesto propio en mí cuando estoy nervioso—. Yo adoro el patinaje desde niña, así que quiero convertirme en una profesional y él es mi clave del éxito. Simple, ¿no?

—Está bien, le diré a Vitya.



Nota: capítulo muy corto porque estoy de vacaciones y estaré ocupada. No actualizaré la semana siguiente, así que nos leemos en 7-10 días. uvu 

Los recompensaré con capítulo y especial de Navidad, valdrá la pena. 7u7 

¡Nos leemos luego! <3 

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora