XVI: Viktor, ¡nos vigilan!

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Yuuri.

—Viktor, me gustas —confesé finalmente y sentí que el ratón en mi cabeza celebraba por mí—. Me gustas mucho, pero eres ilegal —rezongué, y el ratón me lanzó un pedazo de queso por ser tan estúpido—. Es decir, me gustas, pero no tendremos sexo. Al menos esperaré que seas legal —concluí, y el ratón me miró desconcertado.

—Yuuri, ¿recuerdas que ya tuvimos sexo? —preguntó, alzando una ceja—. ¿Me estás tomando el pelo?

—No —negué de inmediato.

—Entonces me dices que te gusto y que no volveremos a tener sexo, pero no te opones a los besos, los fajes, las felaciones y...

—Entendí —gruñí sonrojado e interrumpiendo su monólogo de película porno—. Sólo te pido que no me presiones. Es cierto que tuvimos sexo, pero esa ocasión fue una... ¿despedida? No cambia el hecho de que me haya aprovechado de ti, aunque en realidad yo estaba debajo del ilegal. No sé cómo explicar nuestra relación.

—¿Necesita explicación? Yo te gusto, tú me gustas. Yo te amo, tú dices que soy ilegal, pero dejaste que te follara —afirmó con indiferencia, como si este tema fuera una charla casual o de autoayuda—. Yuuri, botaré el sofá de la sala.

—Sí, por favor —asentí, apoyándolo—. Bueno, ya que solucionamos nuestras diferencias...

—Seamos novios —anunció, terminando mi oración a su conveniencia—. ¿Quieres ser mi novio, Yuuri?

—Será un placer, vecino —acepté, imitando su bella sonrisa.

—Qué manera de romper la atmósfera romántica y el cachondeo intenso —bufó, acercándose a mí—. Así eres tú, Yuuri —señaló, sosteniendo mi cintura con sus brazos alrededor—. ¿Puedo besar a la novia?

—Suena a lo que diría un padre en una boda —refunfuñé. Entrelacé mis manos detrás de su nuca y uní mis labios a los suyos.

Había olvidado que este chico besa como los dioses. Su lengua húmeda es tan erótica al moverse dentro de mi boca, enrollándose con la mía en una danza llena de saliva y más saliva. ¡Qué asqueroso! Bueno, no lo es. De hecho, amo que me bese y saboree cada parte de mí.

Quiero saber, ¿qué no me gusta de este adolescente de dieciséis años? ¡Alguien que me diga para que me desilusione! Yuuri, expreso mis condolencias al decir que no, no hay, no existe una imperfección que te decepcione de tu niño.

-n-

Hace una semana que comencé un noviazgo con mi vecino, Viktor Nikiforov. En esta dulce y tierna relación no se permite tener sexo, ni tampoco los encuentros nocturnos en mi departamento o el suyo. Nos escondemos del ojo público y de Vladimir, el titán de máxima autoridad.

Vitya regresa de sus entrenamientos a las cinco de la tarde; después de recibirlo en mi casa o en la de él, cocinamos y convivimos como dos chicos puros y sanos. A veces nos bañamos, pero es peligroso porque sus feromonas están descontroladas e intenta agarrar de más. No me molesta que le fascine mi cuerpo, sin embargo, lo evito para no encenderme con un simple roce.

No esperaba que su faceta de novio fuera tan linda. Viktor tiene dieciséis años, pero es muy maduro y varonil. Siempre está serio en la televisión y sonríe poco cuando obtiene una exclusiva en alguna revista. Él dice que esas cosas no le agradan y sólo lo hace por obligación, aunque sé que disfruta ser el centro de atención y de las miradas femeninas.

Ayer regresó sin su largo cabello. Dijo que le molestaba y sudaba más, así que decidió pasar a un salón de belleza a que se lo cortaran. Ese tipo de decisiones son las que hacen que me dé cuenta de que no estoy tratando con un niño, sino con un adulto. En unos cuantos años, dejará de estudiar para trabajar y la incertidumbre de que continúe a mi lado es grande y me enfurece no tener confianza.

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora