XXXVI: Lo esperaba

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Este capítulo no estaba planeado, pero siempre hay excepciones y es mi sorpresa para ustedes. ¡Gracias por todo su apoyo, por sus lindos comentarios y por los votos! Espero lo disfruten... <3

Yuuri.

Hace un mes conseguí un trabajo temporal en una empresa y Viktor fue coronado como La estrella ascendente del patinaje. Él ha estado ocupado en sus entrenamientos para lanzarse a la grandeza con el apoyo de Yakov, quien llegó desde Rusia para convertirse en el entrenador exclusivo de Viktor Nikiforov y Mila Babicheva. Eso me ha dejado a mí, un simple graduado, en la nada.

Y no estoy molesto. No puedo reclamarle por perseguir sus sueños, y menos si yo también soy presionado con un empleo que consume la mitad de mi día. Los dos somos conscientes de que este momento iba a golpearnos tarde o temprano. No importa cuánto nos amemos o si queremos pasear y divertirnos, las obligaciones son primordiales.

La vida de un adulto es difícil y la de un joven que promete ser un pentacampeón también. Él dijo que traería la victoria a un país que no es el suyo, y lo haría por la persona que más ama; ése soy yo. Las palabras de un alumno de diecisiete años que sólo ha ganado medallas de oro pesan mucho y la fama es una prueba de ello.

Últimamente, el edificio ha estado rodeado de camarógrafos y periodistas que desean una entrevista del grandioso Viktor Nikiforov. A pesar de que él se ha contenido, a veces sus labios pronuncian frases escandalosas y se vuelve el ojo del público. Por ejemplo, decir que su musa es un hombre, provocó la ira de Vladimir y el repudio social de un porcentaje pequeño de sus fans.

Mi suegro le prohibió hablar de mí para no meterme en problemas, pero sé que Vitya no es un chico obediente. Él habría elegido presumirme porque soy su mayor tesoro, porque me ama y porque jamás se arrepentiría de gritar que yo le pertenezco. Sin embargo, la vida privada no es un tema que deba exponer.

¿Qué dirían si se enteran de que es gay? ¿Y qué hay del rechazo? ¿Y si lo vetan? Mi cabeza es un lío de preguntas sin resolver. No estoy listo para enfrentar a esos desconocidos con sus cámaras apuntando hacia mi rostro. No quiero que lo sepan, pero tengo miedo de que él se aburra de escuchar mis dudas y temores.

—Katsuki, ¿qué pasa?

—N—No —balbuceé, aterrizando en la realidad: la sala del departamento de los Nikiforov en espera de la llegada de mi novio—. Estoy bien.

—¿Preocupado? —inquirió sin observarme, pues su visión estaba centrada en la computadora portátil que tenía en su regazo—. ¿Quieres contarme lo que te angustia? Sabes que mi hijo lo notará y te hará un interrogatorio.

—Sí —asentí, y resoplé abatido. Papi Vladi tenía razón, mi niño iba a descubrirlo—. Bueno, Viktor cree que nuestro noviazgo no afectará su carrera de patinador, pero yo pienso que lo señalarán.

—Es obvio que lo señalarán —respondió, pausando los movimientos sobre las teclas. Se quitó las gafas y decidió mirarme—. Él es un estudiante, tú un trabajador; la diferencia de edad es algo que la gente verá como algo malo, pero ¿crees que mi hijo permitirá que insulten o denigren a su Shuuri?

—Me defenderá —aseveré, recibiendo una cálida sonrisa de parte de Vladimir.

—Entonces no lo pienses mucho —murmuró, regresando a la escritura del texto en su computadora—. Mañana viajaré con Sarah y Eliza, así que cuida de mi preciado jovencito.

—Pero usted no deja que...

—Lo tendrás para ti, aprovéchalo —susurró refunfuñando, casi como si quisiera retractarse en lo que había dicho.

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora