XLVI: Confesiones

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Yuuri.

Vitya tiene seis meses viviendo en Rusia, ahora tiene dieciocho años. No quiso que festejáramos y tampoco me pidió un regalo, sólo quería que yo fuera a visitarlo, pero no pude por el trabajo. Ese día tenía una reunión y necesitaba planear el futuro proyecto de la empresa, además no soy tan rico para gastar en un viaje exprés.

Me disculpé con él, pero sé que estuvo triste. A pesar de eso, Misha se encargó de llevarlo al cine y le invitó un par de bebidas para celebrar su mayoría de edad. La compañía de ese nuevo amigo le ha traído alegría, ellos se han vuelto inseparables y se tratan como hermanos.

Al principio, yo estaba celoso. Misha es un tipo alto, de tez blanca; cabello rojizo y rizado, facciones delicadas y un par de ojos verdes oliva que resaltan. Es un hombre muy encantador y amigable; su personalidad congenia a la perfección con Viktor. Verlos juntos y reír, me provocaba una molestia absurda, pero lo comprendí.

Vitya me ama a mí y, contra ese inmenso amor, nadie más tiene la oportunidad de luchar. Me hace sentir seguro de cierta forma, porque sé que no le interesará ninguna chica, pero también pienso que estoy limitando sus necesidades. Mi adorable niño dice que no es así, no obstante, siempre hay esta duda oprimiendo mi pecho.

En este punto de mi vida, ya no soy capaz de retroceder. He caído perdidamente enamorado y no puedo negarlo. Lo único que puedo hacer es esperar por el regreso de mi vecino, porque cuando vuelva, él y yo nos mudaremos a un departamento y lo tendré para mí solo; no habrá más obstáculos, a excepción de papi Vladi.

No, incluso Vladimir dejará partir a su polluelo y creo que está consciente de que su hijo ha madurado y busca formalizar nuestro noviazgo. El señor Nikiforov debe velar por un hermoso bebé de una semana de nacido, no por un joven de dieciocho años que es un pervertido. Él también es una persona dichosa; su familia le proporciona estabilidad y mucha felicidad.

Desbloqueé la pantalla de mi computadora portátil y me conecté en Skype. Vitya ya estaba en línea, así que enlacé la videollamada. Misha fue el primero en aparecer, saludándome como es su costumbre.

—Katsuki Yuuri —tarareó, agitando su mano derecha—. Rapunzel está hablando con su papá... o discutiendo.

—¿Discutiendo? —repliqué confundido. Ellos ya no peleaban, o al menos no me había enterado—. ¿Por qué?

—Ah, vio la factura del dildo y le está reclamando —murmuró, girándose en la cama para que su espalda quedara en el colchón.

—¿Sus prácticas han ido bien?

—Claro, Vitenka es un maestro del patinaje. Lilia está fascinado con él —informó, ensanchando una sonrisa—. Le han propuesto una beca permanente, pero ya sabes, lo rechaza.

—Es por mi culpa —bufé, agachando la mirada hacia las teclas negras de mi computadora—. Yo soy una carga para él.

—Qué lindo, pero no es por ti —objetó, recibiendo con ambos brazos el cuerpo peludo de Makkachin, que brincó hacia él en un salto—. Tú puedes pensar que lo retines, pero él ya tiene sus objetivos. Quiere devorar este mundo con sus habilidades en la pista, quiere conquistar al público con sus programas y quiere que su novio tenga más confianza en su relación —articuló, moviéndose al costado izquierdo de la cama—. En verdad, ese adolescente que cuidabas ya no es un niño. Se ha convertido en un hombre y desea comerse a su preciado cerdito antes de culparlo por sus propias elecciones.

—Oye, Misha, ¿por qué...? —Guardó silencio al echar un vistazo en la pantalla y encontrarse conmigo—. ¡Shuuri!

Tiene razón. A partir de hoy, yo debo olvidar mis miedos.

Viktor.

-n-

—¿No es una ternura? —cuestioné, soltando un largo y profundo suspiro al contemplar la imagen de mi hermanito mientras atravesábamos la cafetería. Sus pocos mechones demostraban que sería rubio como Sarah, pero poseía unos grandes y expresivos ojos azules—. Será un mujeriego, necesitará de mis enseñanzas.

—Creído —musitó, propinándome un golpecito en el hombro—. Tú vas a corromper su alma antes de que aprenda a gatear. ¡Pobre ángel!

—¡Misha! —exclamé gruñendo, pero quizá podía darle un voto por acertar—. Luka será apuesto como yo.

—Oh, perdón, Majestad —contestó en un tono burlón, colocando la charola de comida en la mesa y deteniéndose para que los dos nos sentáramos de frente—. Tu ego es tremendo, Rapunzel.

—No me llames así —bramé, fingiendo estar molesto. La realidad es que me causaba gracia porque iba con mi actual apariencia.

—Tienes el cabello más sedoso de toda la maldita galaxia —comentó, pasándome una de las hamburguesas—. Y, ¡Dios!, eres más guapo que mi exnovia. Te cogería si no tuvieras a Yuuri.

—Yo soy activo, déjame decirte —refunfuñé, agarrando la hamburguesa para desenvolverla. Mi estómago gruñía de hambre, ¡los entrenamientos han estado más pesados estos últimos días!

—Me vale sorbete —declaró, mordiendo su porción de comida—. He tenido sueños húmedos contigo.

—Si no supiera que eres más heterosexual que mi abuelo, te creería —expresé, arrebatándole una cajita de papas de la charola.

—Sí —aseveró, carcajeando luego de unos segundos—, pero dime cuando seas pasivo. Papi, por ti soy hasta asexual.

—Idiota —rezongué, riendo junto a él. Es divertido; mi estadía es menos insoportable con Misha—. Aunque, si tanto me amas, te doy tu buena follada.

—Qué caliente está tu bóiler —murmulló, haciendo una mueca llena de perversión con los labios. De ésas que solía hacer para provocar a mi Yuuri—. Se nota que no han atendido a tu pequeño monstruo.

—Pequeño el tuyo —contradije, clavando mis dientes en la hamburguesa para llevarme un pedazo a la boca.

—¿Ya me lo viste? —inquirió, dirigiendo su vista hacia la mía. Me estaba retando, podía percibirlo—. Yo sí estoy armado, no vengo con pistolitas de agua a jugar.

—Soy fiel —anuncié, saboreando la explosión de sabores que se llevaba a cabo en mi cavidad bucal—. Esta cosa es rica.

—¿Qué cosa? —interrogó, enarcando una ceja. Probablemente había confundido mis palabras, pero eso también es rico.

—¡La comida, Misha! —vociferé, estallando en risas después de haber ingerido el bocado para no atragantarme con su expresión de desconcierto.

—D—Disculpa —balbuceó una mujer castaña, acercándose con paso lento hacia nosotros. Lucía bastante nerviosa y temblaba conforme avanzaba—. ¿Podrías darme de tu tiempo, Viktor?

Esa señal me indica que debo huir. Nunca es sano cuando llegan a mí y se sonrojan. Significa que desea confesarme sus sentimientos, y no me agrada la idea porque no soy soltero y no me gustan las chicas. ¡Estoy comprometido!

—Escucha, seré sincero. No quiero lastimarte —susurré, examinando su asustada reacción al oírme. ¿Qué? Sé que soy sensual, pero no exageren—. No puedo corresponderte, ya tengo pareja.

—Pero nadie sabe quién es —mencionó, alejando su visión de la mía. Entrelazó sus manos delante de su bonito vestido y exhaló.

—Ustedes son una plaga —masculló Misha, haciendo que ella saltara, atemorizada por la actitud de mi amigo—. Te ha dicho que tiene pareja y es una belleza, no se compara a ti.

—Tranquilo —protesté, reincorporándome de la silla para enfrentarla—. Me halagas, pero estoy comprometido —revelé, señalando mi dedo anular izquierdo, en donde deslumbraba mi anillo.

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Nota:  actualización de madrugada, como casi siempre. xD 

¡Sólo falta medio año para que Vitya regrese con Yuuri! Y, si se preguntaban qué eran los otros dos regalos, pues simplemente eran una pluma costosa y una corbata. uvu 

¡Nos leemos luego! <33 

Mi niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora